ENE: Encuentro de Nueva Evangelización

por obradoiros
Estos últimos días (7-10 julio) hemos estado un grupo de colaboradores de Pastoral Juvenil de la diócesis de Santiago de Compostela en el Encuentro de Nueva Evangelización, celebrado desde hace cinco años, cada año en una ciudad diferente, y que en esta ocasión ha tenido su sede en Salamanca, en el Centro de Espiritualidad San Vicente de Paúl. Tres de nosotros llegábamos el jueves para la apertura y otras tres compañeras al día siguiente de noche.

El encuentro, por tanto, empezaba con la apertura en el salón de actos, con los saludos previos y la presentación de los talleres que empezarían al día siguiente, para que cada uno eligiera a dónde ir. Luego llegó la cena y, por último el primer día, un rato de tiempo libre para charlar o conocer los stands presentados en la residencia de los paúles.

Al día siguiente empezaba el ENE en sí mismo, comenzando por el rezo de laudes, el desayuno, y un momento de alabanza y oración gracias al ministerio de música de la comunidad Fe y Vida. Después de esto se entrevistó a un tallerista, y llegó la primera ponencia, a cargo de Tote Barrera, director nacional de los cursos Alpha, titulada “¿Cómo se produce el fuego en la Iglesia?”, donde nos habló de la importancia del discipulado, como clave de la misión de Jesucristo, así como de la evangelización, citado en Marcos (“Id y anunciad […]”) y en Mateo (“Id y haced discípulos […]”). Hablaba Tote también del ciclo evangelizador de la Iglesia, esto es, evangelización-discipulado-misión. Por otro lado, destacaba la necesidad de volver a la primera Iglesia, una Iglesia discipular, y mencionaba cinco elementos principales en esa Iglesia, pero con un orden concreto para ser “una Iglesia sana”: Adoración, Bella Comunidad, Caridad, Discipulado, Evangelización; el plan ABCDE. Por último, nos dejaba una pregunta para meditar durante estos días: ¿Qué estás haciendo tú por la conversión pastoral?

Después era el turno del primer taller (workshop), dos elegían “La estrategia de Pablo”, por Fabrizio Ballanti, y yo me iba a “Acompañamiento sanador”, de Luis Priede.

Luis nos hacía saber que la gente necesita que se le acompañe pero para eso, uno necesita ser llamado. Nos decía que nosotros somos Cristos, que Jesús nos llama a acompañar, a anunciar la salvación de los pecados, lo cual viste a la gente de luto, de tristeza. Nosotros tenemos que darles una diadema y no ceniza (Is 62). Nos hablaba de diferentes elementos dentro de ese acompañamiento, de esa acogida sanadora: La empatía terapéutica, el ponerse en el lugar del otro (Jn 8, 1-11); la presencia sanadora, simplemente nuestra presencia sana; la compasión o misericordia sanadora, debemos tener la capacidad de mirar con ojos de misericordia. Para poder acompañar, es necesario que uno se mire por dentro, las heridas, los pecados, las cruces,… ver la propia debilidad para ver la misericordia en el otro. Lo que va a hacer que cambie la otra persona, es que ella vea en nosotros a Cristo. La sangre de Cristo cubre todos nuestros pecados, incluso los que cometeremos en un futuro. Podríamos hacer un ejercicio de misericordia cada día, creer y dejar que Dios sea Dios y confiar en su eterna misericordia.

Después de este taller, compartimos la Eucaristía y

nos fuimos a comer. Por la tarde ambos días, entre las 15:30 y 16:30, los participantes podían confesarse o bien dejar que intercediesen por ellos. Luego, el segundo taller. Dos, de nuevo, se fueron a “Creatividad en la evangelización” a cargo de Marc Fuentes, y yo me fui a “La comunidad, salvación del mundo”, por Josué Fonseca, fundador de la comunidad Fe y Vida. Nos habló Josué del oikós, la unidad básica en la antigua Grecia, de comienzos del cristianismo, en donde había relaciones personales y discipulado directo. Destacaba Josué que “la Iglesia tiene muchos miembros pero pocos discípulos”. En las primeras comunidades llevaban una vida común, además de dedicarse a la formación, a la enseñanza y a las celebraciones juntos (Hch 2, 42-47).

Félix Ortiz nos habló después en la segunda ponencia, titulada “La gran historia de Dios”, en donde quiso hacernos ver si ayudamos a hacer ver en nuestra rutina esta historia, y que para ello necesitamos darle un sentido a la vida y un contexto. Primero nos explicó cinco momentos destacados en la Biblia: la Creación (Gn 1 y 2) donde reinaba la armonía, porque “vio Dios que todo era bueno”; había una relación significativa con Dios, con uno mismo, con otros seres humanos y con la creación. En un segundo momento reina la desobediencia (Gn 3), se produce la Rebelión: Adán y Eva se declaran independientes respecto a Dios, a su autoridad y a su soberanía, deciden ser iguales a Dios, conociendo el bien y el mal, siendo el bien todo aquello que me conviene, y el mal lo que contraviene a mis intereses. El pecado va a romper la relación con Dios y con nosotros mismos, también con otros seres humanos y con la creación de Dios. Hay un tercer momento, de Redención (Jn 1, 3-8/Col 1, 19-21/Ef 2, 16/Jn 3, 16/2 Cor 5, 19-21) con un sentimiento de restauración, con un proyecto de universo que quedó inviable con el pecado. Jesús es el nuevo Adán, Dios se hace hombre para deshacer las obras del maligno en esas cuatro rupturas: con Dios, con nosotros mismos, con otros seres humanos y con la creación. El cuarto momento es de Misión (Mt 9, 9/Jn 20, 21) y con un mensaje claro, “sígueme”; Jesús nos invita para restaurarnos en las cuatro rupturas anteriores, para hacer de nosotros hombres nuevos; un “Jesusito”, decía Ortiz. Y el último momento, el de Nueva Creación (Ap 21 y 22), donde de nuevo reina la

armonía.

Luego se centró en la misión a partir de tres preguntas: ¿cómo llevarla a cabo?, ¿cuál es la estrategia para la misión?, y, ¿cuál es el contexto para llevarla a cabo?

¿Cómo llevar a cabo la misión?, pues a partir de dos maneras: la demostración del reino y la proclamación del reino. La idea de la predicación de Jesús es el Reino de Dios. La misión vive paralela a la Iglesia, pero la Iglesia sin misión no es nada. Jesús demostró el Reino: curó enfermos, liberó a algunos de los demonios,… para contrarrestar el mal. Y, proclamó el Reino (Jn 15), habló de un Padre que ama, que reina,… y espera con gracia, un Padre que ama y que perdona. Estamos llamados a anunciar el Reino de las dos formas. Podemos contrarrestar el mal con amor, justicia y misericordia, y somos un pueblo llamado a hacer el bien (Ef 2, 8-9), salvos por medio de la fe, no por obra para que alguien se gloríe. Se trata de la práctica del bien en un mundo roto y necesitado, y Dios quiere reconciliarse contigo.

¿Cuál es la estrategia que debemos seguir? Seguimos a un Dios que participó de la humanidad, muerte, que fue empático, misericordioso,… y se encarnó, no se desentendió del ser humano, y a través de él nos enseñó a saber cuál es la misión. “Jesús puso su tienda en nuestro campamento” (Jn 17). Ortiz nos habló de la encarnación misional a partir de cuatro puntos: la presencia, llamados a estar al servicio de los demás; que lleva a la proximidad, llamados a empatizar y a ser compasivos; lo que lleva a la pasión, llamados a involucrarnos en las necesidades ajenas (“mi trabajo que a otros descanse”); que lleva, por último, a la proclamación, a través del servicio, presencia, proximidad, y así continuamente,…

Y, finalmente, la misión, mi trabajo, ¿en qué

contexto?, diciéndonos “brilla en el sitio donde estás”, tendría que ser una estrategia viral, que siguió Jesús. La Iglesia está donde yo estoy, que el Reino se manifieste donde estoy, donde trabajo, donde vivo.

Seguidamente, tras un breve descanso, hubo otra ponencia de Fabrizio Ballanti, de Koinonía Juan Bautista, una comunidad católica carismática. Nos hablaba de la visión, algo fundamental (Os 4, 6), no hay nueva evangelización si no hay nuevos evangelizadores (kerigmáticos, no catequéticos), nuevos líderes; son necesarias estructuras formativas nuevas, “vino nuevo en odres nuevos”. Debemos estar abiertos al cambio. Jesús es el mejor y único modelo de actividad pastoral. La metodología de Jesús tomó forma en tres años en los que formó discípulos, los eligió (Jn 17, 19) “por ellos me consagro”, de nuevo mencionó “id y haced discípulos a todos los pueblos (Mc 28, 18-19), y nos dijo que los discípulos no nacen, se hacen. Y nuestra actitud debe ser responder, formar discípulos (Jn 15, 8-16), con “fruto abundante y duradero”. Hay que trabajar sobre la calidad, más que sobre cantidad. El gran mandato de Jesús fue “haced discípulos”, y la opción preferencial debería ser formar formadores.

Después de la última ponencia del sábado, nos fuimos a cenar y terminamos el día con la proyección de un vídeo (http://www.archivocero.net) que os invito a ver y utilizarlo como recurso, si queréis, para adolescentes.

Al día siguiente, domingo, nos levantamos con laudes y desayuno, para seguir con la misa y alabanza, la entrevista a otro tallerista y la ponencia de Mons. Xavier Novell, que nos habló de la nueva evangelización y de los proyectos que lleva a cabo en su diócesis a través del plan pastoral para la conversión pastoral y misionera de todas las parroquias.

Luego, era momento de taller, unos se fueron a “Coaching y discipulado” a cargo de Félix Ortiz y otros nos fuimos al taller de Jaz Jacob titulado “¿Cómo escuchar al Espíritu Santo?”.

En este último, Jaz se presentó y nos habló del

Espíritu Santo, de Juan (16) donde les dice Jesús a sus apóstoles que se va, pero deberían alegrarse, porque si no el consolador no vendría; por lo que este Espíritu Santo no sólo fue una tirita para disimular el dolor de la pérdida, sino que ofreció algo mejor. En el momento de la resurrección, en Hechos 1, Jesús prometió dos cosas: que el Espíritu Santo vendría y que Él mismo volvería, y también les dejó la misión de evangelizar. Entonces, tenemos una invitación a vivir llenos del Espíritu Santo, y esto es más fácil de lo que parece, sólo debemos hacer saber que estamos aquí, y que no debe ser algo vergonzoso, pues cuando estoy lleno del Espíritu Santo, me debería dar igual lo que diga la gente, como los borrachos, que no tienen vergüenza, decía Jaz. En Juan 15, 1-9 se dice “yo soy la vid verdadera… permaneced en mí y yo en vosotros… permaneced en mi amor”; la orden es permanecer, “hacer de nuestro hogar su amor”. En Efesios 4, 30 nos dice “no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios”, debemos tener intimidad con él, preguntarle, hablar con él,… ser conscientes de que hay un Dios que se hizo hombre y murió por nosotros. “Ahora me voy para que hagas tu hogar en mi amor”. Se trata de buscar un nivel de vulnerabilidad con Dios.

En Corintios se nos dice que “tenemos la mente de Cristo”, Dios nos habla a través de la imaginación, y con esto, Jaz quiso que experimentáramos lo que es estar llenos del Espíritu Santo, por lo que tuvimos un momento de oración, para saber cómo sentíamos nosotros la presencia del Espíritu Santo. Luego en una mesa había colocados diferentes objetos, y se nos dijo que cada uno cogiera un objeto y fuera hacia alguien, a decirle alguna palabra de consuelo, algo que nos inspirara el Espíritu a través de ese objeto que habíamos cogido. Fue un taller muy positivo.

Después de comer y de momento de intercesión y/o confesiones, llegaba la quinta ponencia a cargo de Josué Fonseca, en donde dio las claves para saber cómo actuar, cómo orientar nuestra vida al salir del encuentro, saber cuál es la voluntad de Dios, qué quiere de nosotros y ponernos a trabajar. Dejó claro que lo que sucede en nuestra sociedad hoy es un cambio de paradigma porque los valores y el rumbo, al fin y al cabo, están cambiando, donde sólo importa la libertad y lo que cada uno piense. Del mismo modo que otros ponentes anteriores, recalcó Josué que lo necesario es un cambio de estructuras. Es fundamental escuchar al prójimo, al mundo, y disponer un diálogo con la cultura a la que queremos evangelizar.

En el bloque de últimos talleres coincidimos en el titulado “Discipulado para todos” por Gonzalo Abadíe y Leonel Cassarino, sacerdotes uruguayos expertos en primer anuncio. En el taller nos hablaron de un proyecto de catecumenado, una catequesis fundamentalmente para adultos. Hablaban del silencio necesario para el encuentro con Dios, además de la dinámica del proceso de evangelización, del que forman parte el primer anuncio, donde suscitar la fe y la conversión; la iniciación cristiana, educando, estructurando y profundizando en la fe; y, la etapa pastoral, con una vida en comunidad, preparando la evangelización del primer anuncio. Ellos decían que el cambio empieza con la catequesis de adultos. Siguiendo con su proyecto, centrado en la iniciación cristiana, decían que este plan tenía el objetivo de conocer a Cristo, a la Iglesia, crear algo que mueva hacia la interioridad, entrar en profundidad con Dios.

Después de este taller pasamos a cenar y por último, tuvimos un momento de concierto y oración con Jaz Jacob, con la que tuvimos oportunidad de terminar el día dando gracias a Dios por todo lo vivido en el ENE.

El domingo, último día del encuentro, nos despertamos con laudes, desayuno, y alabanza. A continuación se hizo una entrevista a todos los ponentes, y terminamos con la misa de envío, donde Mons. Novell nos dio la bendición por diócesis. Luego los que quisieron, se pudieron acercar a dar su testimonio.

Y ya hemos vuelto, y con muchas ideas por las que orar para saber si es lo que Dios quiere de nosotros y ponerlas en práctica. Damos gracias a la organización de Fe y Vida que desde el primer momento conocían nuestro nombre y nos hicieron sentir como en casa, gracias a la residencia de los paúles y a la residencia de los reparadores que nos acogieron maravillosamente, gracias a los compañeros de tantos sitios diferentes que hemos conocido y que nos han enriquecido tanto a nivel pastoral con esos proyectos para seguir evangelizando, y gracias a los ponentes y talleristas que han renunciado a estar en otro lugar por compartir con nosotros este fin de semana.

“Que Dios os guarde en su mano 

y no apriete mucho el puño.”

Klara Prada 

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