Dos mil años después de su nacimiento, la Iglesia tiene muy claro su espíritu misionero pero, precisamente, ese bagaje milenario, ese largo trayecto bajo la guía del Espíritu Santo, a veces, nos hace pensar que, como Iglesia, poco se nos puede enseñar ya, olvidándonos o dejando a un lado que todavía somos discípulos, que todavía nos queda mucho por aprender, mucho camino por andar…
Con esta reflexión, Monseñor de las Heras, Obispo de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol quiso abrir su intervención en la quinta sesión del Máster de Nueva Evangelización, en la que empleó como guía la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, apelando especialmente al apartado IV del capítulo primero, “la misión que se encarna en los límites humanos”.
Es aquí donde figura la primera mención a la Iglesia como “discípula misionera”, incidiendo en esa necesidad de salir en pie de misión, pero sin dejar nunca de lado la continua formación y profundización en nuestro propio encuentro personal con Cristo, como discípulos suyos. Por eso, siguiendo el hilo conductor del Papa Francisco, hizo referencia a la continua necesidad que tiene la Iglesia de revisarse a sí misma, sin miedo de liberarse de determinadas cargas o condiciones, pues, como dijo Santo Tomás de Aquino, “los preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al Pueblo de Dios son poquísimos”, mientras que San Agustín “advertía que los preceptos añadidos por la Iglesia posteriormente deben exigirse con moderación para no hacer pesada la vida a los fieles y convertir nuestra religión en una esclavitud, cuando la misericordia de Dios quiso que fuera libre”.
Precisamente, al reflexionar sobre determinadas parafernalias, puso el ejemplo de aquel maestro Zen que, a la hora de meditar, desconcentrado por los paseos, ires y venires, de un gato, optó por amarrarlo a un poste. Con el tiempo, muertos tanto el maestro Zen como el gato, sus discípulos, ignorando la verdadera razón de aquel comportamiento, no sólo compraron otro gato sino que escribieron tratados sobre “la importancia de atar el gato al poste”. En efecto, Monseñor de las Heras gustó de insertar ejemplos y anécdotas durante su intervención, a fin de ser un comunicador ameno, en la línea del Papa Francisco, cuya gran novedad es, para el mitrado mindoniense, hacer de la teología y la cristología algo accesible a todos.