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Hoy 2 de febrero la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, bajo el lema “La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido”.
Este día se dedica a conocer y valorar cada vez más el servicio y el testimonio de aquellas personas que han escogido responder a esta vocación.
Nuestro arzobispo ha escrito una carta para este día, que comienza dando gracias a Dios por esta vocación y carisma y exponiendo lo necesaria que es en la Iglesia.
Hablando del lema de este año, D. Julián insta a los consagrados a “ser ese Arca de Noé, que acoja a tantas y tantas personas que pueden ahogarse en el diluvio del egoísmo y del sálvese quien pueda, del anonimato y de la indiferencia”.
Después de citar al Papa Francisco y a san Pablo en su carta a los Corintios, reza para que las personas de vida consagrada tengan la fuerza necesaria para realizar su misión como “buenos samaritanos“. Y termina haciendo referencia a este Año Santo Compostelano que estamos viviendo, porque “practicar la misericordia es vivir la fraternidad. ¡Ultreia e Esuseia! Como peregrinos miremos hacia arriba y caminemos hacia adelante“.