
El arzobispo de Santiago, Julián Barrio; el cardenal de Madrid, Rouco Varela; el profesor Aldo Geranzani, de la diócesis de Milán; el coordinador general de la visita del papa aquel año, Salvador Domato; y el coordinador de los voluntarios de la JMJ, Víctor Cortizo, acompañados del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo; y el alcalde de Santiago, Agustín Hernández.
Entre un público enmochilado que no pasaba de una media de treinta años, esperaban la secretaria xeral de Turismo, Nava Castro; y el ex vicepresidente de la Xunta, Javier Suárez Vence, que ayudó a coordinar aquella jornada memorable junto al ex alcalde santiagués, Xerardo Estévez.
Frente a una pantalla de imágenes tomadas hace 25 años con el papa Juan Pablo II; los reyes Juan Carlos y Sofía, y fieles de todo el mundo, el coordinador general de la JMJ, Salvador Domato, reforzó la figura de Rouco como “padre y madre” del proyecto, considerado la primera jornada de jóvenes como tal tras los ensayos del 1986 en Roma y en el 1987 en Buenos Aires, cuando Juan Pablo II intentaba reconectar la Iglesia con los jóvenes. Marcó “un antes y un después” de las JMJ a nivel mundial.
Don Julián Barrio se encargó de dar la bienvenida a los asistentes, las delegaciones de pastoral y los organizadores de las parroquias presentes estos días en Compostela. Seguidamente, donVíctor Cortizo recordó la importante labor de los “servicios del orden”, renombrados como VAS (Voluntarios de Animación y Servicio), que él lideró con 22 años y elaboró sobre la marcha, ya que no tenían precedente y que ahora se han consolidado como los organizadores de todas las jornadas de la juventud. Geranzani, que acudió a la JMJ con cincuenta fieles de Milán, nombró a Santiago como centro espiritual joven y creador de las bases que en adelante regirían las sucesivas jornadas mundiales de la juventud.

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Artículo extraido de www.pastoralsantiago.org |