¿Y ahora qué?

por Depasxuventude
Con este murmullo con el que los oídos intentan reproducir la música que hemos escuchado durante todo el fin de semana, me desperté esta mañana. Igual que cuando vas de viaje y vuelves, cansada, con ansiedad, y un poco perdida en la vuelta a la rutina. Pero con el alma llena de Pascua, de Resurrección, de Vida. 
Decíamos ayer, cuando regresábamos a nuestra parroquia, que la intensidad de sentimientos que habíamos vivido el sábado en la convivencia, nos hizo sentir el peso – un magnífico peso – de estos 40 años de Pascua Xoven; como si allí estuviésemos todos los pascueiros que pasaron, que pasan, y pasarán, se encuentren donde se encuentren. 
Era el peso de la responsabilidad, de la alegría, de la nostalgia, del futuro que aún no ha llegado y esperamos.
Muchos de los que venían de visita a compartir unas horas, murmuraban – igual que mis oídos esta mañana – sobre el número de personas, sobre las cosas que se estaban haciendo, sobre la cantidad de años que pasaron desde que vinieron por primera vez… Pero en todos había ojos de celebración.
Y no era para menos, porque cuando una persona cumple 40 años, se dice que deja atrás su juventud, y es adulto; pues nuestra Pascua, la de todos los que creemos en ella, la de todas las personas que nos apoyan, la de todos aquellos que la hemos vivido en mayor o menor medida, ya ha cumplido sus 40 años. 
Y, al igual que esos adultos recién estrenando la cuarentena, también la Pascua Xoven se pone sus mejores galas para acogernos a todos. 
Hubo momentos de recuerdo para los que ya no están entre nosotros; momentos de emoción porque las vivencias empiezan a ser muchas – aunque ninguna de ellas sobra. Momentos de oración, de charla con Dios. Momentos de juegos y de risas. Momentos musicales – y no podía ser de otra manera, porque el discazo que nos presentaron así lo merecía. Momentos de grupo, momentos de soledad… 
Y… ¿y ahora qué? 
En un momento de la mañana del sábado, escuché algo que creo es verdaderamente importante: había una imagen – un corazón sonriente que hacía referencia al amor. Se hizo la pregunta: ¿Qué creéis que transmite esta imagen? Y una persona contestó: “Si el amor no te hace tener esa cara – sonriente y de felicidad – no es un amor del de verdad“. 
Y pensaréis qué tiene que ver esto con la Pascua y con el fin de semana que acabamos de vivir. Pues, a mi modo de verlo, tiene muchísimo que ver. 
Si la Pascua no te hace feliz, no te hace reír, o llorar; hablar o callar, sentir; si la pascua no te hace vivir… No vale la pena seguir. 
A mí sí me hizo feliz, reí, lloré, hablé, callé, sentí, viví. 

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