Testimonios Camino de Santiago 2015 (V)

por obradoiros
Una de las preguntas que nos hicieron cuando nos dividimos por grupos al llegar al camino fue la de por qué razón nos habíamos apuntado o decidido a hacer el camino , yo lo tenía claro por una promesa que había hecho hace un año , solo iba con la idea de cumplir un pacto. Pero Dios me puso más, mucho más. Me dejo sentirlo como nunca había hecho. En varias convivencias y ratos de oración que ya había tenido  le había pedido con fuerza poder sentirlo y Él nunca había respondido. Sin embargo esta vez sin pedir nada, me lo dio todo, y me hizo darme cuenta que a Dios no se le pueden poner límites, ni ordenes, que simplemente hay que dejarse hacer y Él se mostrara cuando menos te lo esperas y cuando más lo necesitas.
El primer día para mí fue el más duro de todas las etapas, me caí, me perdí, me dolía todo… Durante aquel día no paraba de decir el ” ¿¿Qué hago yo aquí?? “,  ” Quiero irme a casa”, ” Huelo a sudor”… Pero también creo que fue el que inicio del cambio, el cambio hacia una semana llena de aprendizaje… porque cuando haces el camino es cuando realmente te das cuenta de lo que eso significa y lo que realmente importa, dejas atrás las comodidades: la cama, el secador,  baños personales, mantas y pasas a otras incomodidades: frío, mareos, cansancio, ampollas, cargar la mochila, golpes, cuestas, bajadas… 
Pero pese a todo sigues… ¿¿Por qué?? Esa es la gran pregunta… Y para toda gran pregunta hay una gran respuesta: DIOS.  Dios es el causante del comienzo y el final del camino, de cada caída, y cada vez que te levantas, de esa mano que tira por ti en las cuestas, esa fuente, esa cantimplora, esa frase, esa caricia de ánimo, ese mareo, ese apoyo, ese árbol…  Ese aprender constante de ver a Dios en las pequeñas cosas, en las personas que están a tu lado, eso es ver a Dios. Esos son milagros del camino. Milagros que no ocurren todos los días y que vienen de lo más alto.
Bueno por ultimo ya agradecer a todas las personas que se apuntaron al camino que son geniales, a todos los curas  que hacen una labor impresionante, a Inma por ser la mejor enfermera y a Dios por esta gran experiencia.
María Piñeiro

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