Así comenzaba el evangelio que nos leían antes de comenzar la charla Javi García, en la que nos dispondríamos para entrar en esa Luz en la Noche y cumplir el mandato de Jesús fuese cual fuese la misión.
De este 2º encuentro ” Una Luz en la Noche” os comparto uno de los muchos aspectos que he vivido.
Después de la llegada y el desconectar de todo lo que traía nuestra mente y corazón, con la oración y adoración se liberó por completo para acoger con decisión el mandato de Jesús para esta noche: ¡¡ID !!
Y… comienzan en la iglesia a resonar nuestros nombres…a todos se nos pone el corazón en tensión y expectación y dispuestos a cumplir con mucha ilusión y responsabilidad el mandato de Jesús para esa noche. Laura, fiel a su mandato de Antorcha, va encendiendo luz a luz y allí nos presentamos ante Jesús Eucaristía para decirle ” que Sí Señor, que Sí, conmigo puedes contar”.
Pero… ¡Yo también cuento con contigo, Señor! porque sólo Tu puedes librarme de mis temores y miedos, me llenas de fortaleza y bendición.
“Y los envió de dos en dos…” “… y regresaron llenos de alegría contentos de ver las maravillas que Dios había realizado por sus manos”
Día a día vemos que la Palabra de Dios se sigue cumpliendo, Él sea bendito por los siglos!!!
¡¡ ALELUYA !!!
¡¡¡Felices Pascuas Centinelas!!!
Creo que la última luz en la noche supuso la experiencia de fe más fuerte que he tenido nunca. Lo puedo afirmar por muchas razones, pero principalmente, porque fue la primera vez que fui capaz de confiar tan plenamente en el Señor. Esa noche me sentí completamente instrumento suyo, y a pesar de ser consciente de mis debilidades esto no me hizo decaer, sino todo lo contrario, sabiendo que Dios ya contaba con ellas, que las conocía, y que a pesar de eso si Él quería pasarían cosas grandes. Cada vez que tiene lugar una experiencia de este tipo, me esfuerzo en buscar resultados, y si no los veo tiendo a pensar que ha salido mal, sin embargo el Señor cambió mi corazón completamente la última vez. Me daba igual como me respondieran, con cuánta gente hablase, si lo hacía bien o mal, si me olvidaba de algo… porque Dios sabía que lo iba a hacer. Y con esa fe transcurrieron las dos horas, y cada persona con la que nos parábamos era para mí un logro, pero más logro fue el cambio que produjo en nosotros, y esta era con diferencia la tarea más dura a la que nos enfrentamos a lo largo del día, pues me he dado cuenta de que llevar a Dios al mundo no supone vencer a los demás (que es como lo enfocaba antes) sino vencerte a ti mismo de tal manera que lo dejes actuar a Él con plenitud. Antes me hubiera impresionado muchísimo esa chica a la que paramos y que se decidió a hablar con nosotros, que después fue a la iglesia, que habló con un sacerdote y que se vino al chocolate preguntándonos sobre más actividades de pastoral; también ese grupo de cuatro chicos que cambiaron el irse al botellón por arrodillarse ante el Señor; o el portero de discoteca al que sentí la necesidad de decirle lo que hacíamos (pues no paraba de vernos subir y bajar la calle parando a gente) y que se quedó muy agradecido tanto de que habláramos con el cómo de que le diéramos el flyer con la palabra de Dios… a pesar de todos estos milagros y de muchos más que nos regaló Jesús esa noche, para mí el mayor fue el que produjo en mi misma, jamás me sentí tan en manos de Dios, tan instrumento suyo… fue un gran placer sentirme en sus manos plenamente, y saber que mi tarea no era hablar con soltura, ser agradable o soltar frases graciosas, la clave era llevar a Dios a mis iguales, con todas mis deficiencias, pues aun siendo muchas, Dios hace cosas grandes con nosotros. Por esto, lo que saqué de esta noche fue que para evangelizar la clave es callarte, y dejar hablar a Dios si quiere, y si no quiere que no hable nadie, porque no se trata de soltar doctrina, sino de abrir una pequeña brecha para que Dios decida cómo y cuándo tocará el corazón a esa persona, y para eso sobra una palabra, un gesto, una mirada, un silencio, una obra… Dios de todo se vale, la clave es dejarlo a Él actuar.