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Esta era la segunda vez que participaba en “una luz en la noche”, y la verdad que tenía más ganas de quedarme en la intercesión que de salir a la calle, y esto fue lo que me asignaron. Pero de todos modos salí con bastante ánimo, pues me parece que es algo muy grande lo que hacemos cuando invitamos a la gente a acercarse a Jesús.
Con todo, lo que descubrí esta noche es lo mal que se me da y mi propia impotencia, ya que muchas veces me quedaba sin palabras para contestar y no sabía qué decir a la gente cuando surgían ciertos interrogantes. No sentí la actuación palpable del Espíritu Santo que me asistiese, si no fuera porque, a pesar de todo, no me desanimaba y deseaba seguir parando a la gente; y también porque me hizo ver mi incapacidad y lo mucho que ayudan los hermanos, pues mi compañera salía en mi ayuda y yo se lo agradecía. La verdad que quedé un poco cansada, pero con ganas de volver.
Laura Martínez