Testimonio Río

por obradoiros
Jornada Mundial de la Juventud
2013, Río de Janeiro, Brasil. Aquello sonaba un poco lejano, un poco
irrealizable… pero me llamaba, me llamaba mucho. Me desanimaba el hecho de
que esas semanas consumirían todos mis días de vacaciones. Además estaba el dinero.
Siendo sincera, el ambiente peligroso allá en Río o la posibilidad de
contagiarme del dengue no me preocupaban mucho, pero sí mi tiempo de
vacaciones, casi mi único tiempo para ver a mi familia y estar en mi tierra.
Así que en un principio, con cierta tristeza, decidí no apuntarme.
Cuando faltaban sólo 3 meses para
la JMJ recibí la noticia de que quedaba una plaza libre. No lo pensé más, tenía que ir, ésa era mi plaza que me
había estado esperando. Tenía otra oportunidad.
Y por fin llegó el 15 de julio.
La Semana Misionera estuvo llena
de GENEROSIDAD, palabra que escogió muy acertadamente Inma Touris que resume
perfectamente esos días.
Las personas de la Paróquia Senhor
dos Passos e Nossa Senhora das Dores y de São Pio X nos daban todo cada día. Nos
daban incluso lo que no tenían, lo conseguían para y por nosotros. Siempre con
sus sonrisas de oreja a oreja, su acento brasileiro y su hospitalidad. Nos
dieron su casa, su cama, su comida, incluso nos prestaron ropa de abrigo a
algunos que, demasiado optimistas, llevábamos la maleta llena de ropa de
verano. Era DAR sin esperar recibir nada a cambio.
Fueron días de convivencia, de
compartir canciones, bailes, fútbol, risas, caminatas, oraciones, fe. Viven la
fe de manera sencilla, natural, alegre; una fe viva, fresca. Como las palabras
del Papa. Con qué pocas palabras se puede decir tanto. Los actos centrales con
el Papa fueron increíbles. Gracias a nuestro gran responsable de grupo, David
Muñoz, no nos perdimos nada. A través de las 
pantallas la imagen y el mensaje del Papa llegaba sin interferencias de
ningún tipo, directamente al corazón. Y ahí reposa este mensaje. Y me da
fuerza. Fuerza para ser misionera en el día a día, en el trabajo, en mi rutina,
entre los compañeros y amigos. Una fuerza que deseo que no desaparezca nunca.
Esta JMJ no sólo fue intensa,
completa, animada (¡qué gran grupo el de los gallegos!), lluviosa y multitudinaria.
Fue, sencillamente, la mejor
experiencia de mi vida.
Siguiente paso: conservar esta
fuerza y renovarla en Polonia 2016.
Gracias, Señor, por esta JMJ y
por cómo vas conduciendo mi vida.
Lucía Ruiz, A Coruña.

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