de Noviembre, ¿que tengo?
¡Taller de baile!
Pero hoy es miércoles y todavía no
pasó Octubre.
Un día duro de laboratorio al acabar la jornada me pregunto, ¿voy
a clase de baile aunque sea de un nivel inferior al
mío, o voy a la capilla
universitaria? Tras la capilla, vamos a tomar algo y me dicen, ¡hay un papel
perfecto para ti en una pequeña obra que queremos representar en el jubileo de
los jóvenes!
Pasan las horas, pasan los días, y termino aceptando, pasan los
ensayos y me convierto en voluntario.
Tarde del 4 de
Noviembre,
decoramos el escenario y repartimos tareas.
Noche del 4 de
Noviembre,
dormimos en el seminario menor ¡qué chungo! ¿Yo durmiendo en una
casa de curas? Nos mandan a dormir, me desvelo y sigo despierto, charlo hasta
bien entrada la madrugada con un amigo. ¿Qué es el Jubileo? ¿Cuál es su sentido? ¿Para qué sirve? ¿Porqué sólo se gana en años especiales? ¿Quién tiene el poder
de decidirlo? Éstas, son algunas de las cuestiones que tratamos.
Mañana del 5 de
Noviembre, recogemos a los jóvenes, los animamos haciendo el indio y bailando.
Tras la comida, juegos variados, qué divertido es volver locos a los chavales y
mezclarlos para que establezcan nuevas relaciones. ¡Todo listo para el gran
festival de la tarde! Mientras se suceden testimonios, conciertos y demás
familia; me preparo junto a mis compañeros para el acto final. Tomo posición de
buda, respiro hondo, me concentro, desplazo mi mente a una playa desierta, me
sitúo en la orilla con el batido de las olas bajo mis pies. Pienso, luego
existo, ¿existo como instrumento de Dios? ¿Existo como engranaje de una máquina
para transmitir un mensaje? ¿Mensaje para impactar, impresionar, conmover y
emocionar los corazones de todos y cada uno de los miembros del público? Me
embarga la emoción, se me escapa una lágrima, estoy hecho un manojo de nervios,
pero una sensación corre por mis venas. Sensación de que estoy haciendo algo
grande, sensación de que estoy acercando a Jesús al público con una obra. Obra
que va desde la creación de todas las cosas hasta el paso de las tentaciones
(el seductor – papel que interpreto bailando con la protagonista alejándola de
Jesús – el dinero, la borracha y finalmente Satanás incitando al suicidio).
Todas y cada una de las tentaciones son vencidas finalmente por la lucha de la
protagonista, que quiere reencontrarse con Jesús y es salvada por él.
Interpretamos la obra, el público nos ovaciona, nos llueven halagos y
felicitaciones, nos confiesan múltiples espectadores que se han emocionado, los
hay incluso que han llegado a derramar alguna lágrima. Lo hemos hecho, hemos
acercado a Jesús a la gente. Es una experiencia increíble ser consciente del
poder que puede tener Dios a la hora de tomar pequeñas decisiones.
Tarde-noche del 5 de
Noviembre, ¡celebramos la fiesta del perdón! Hacía dos años que no me
confesaba, ¿qué tenía que reflexionar? ¿Qué tenía que meditar? Ya había pensado
demasiado, en cierto sentido hasta ya me había confesado sin llegar a
desarrollar el rito sacramental cristiano. Porqué tardo tanto en confesarme,
qué es lo que me limita. Me dejo llevar, y decido levantarme para confesarme. A
la espera de mi turno sucede algo curioso, los jóvenes se disponen a mí
alrededor para que les dirija, como si un pastor de un rebaño se tratase, a los
distintos sacerdotes que estaban confesando. Finalmente me confieso, una
sensación de inembargable libertad recorre mis venas, por un breve lapso de
tiempo mi alma levita, el espiritu santo penetra en mí. Para orar mi penitencia,
me arrodillo ante una cruz sujetada por otros compañeros voluntarios. Al
terminar la sostengo, y al sostenerla siento un impulso de rezar por todas y
cada una de las personas que se arrodillan ante la cruz para completar su
confesión.
Noche del 5 de
Noviembre, cruzo la puerta santa, asisto a misa oficiada por el Arzobispo,
comulgo y en comunión rezo por las intenciones del Papa. Concluyo una jornada
en la que me redimo de todo aquello que atenta contra mi integridad como
persona. Jornada en la que he dado a conocer a Jesús a los demás. Jornada en la
que se reafirma un hábito que empezaba a recobrar en las últimas semanas, y que
hacía tiempo que había dejado de realizar, orar. ¿Qué es el Jubileo?, me
preguntaba en el seminario. Que cada quién juzgue si la respuesta se haya en
este relato.