La verdad es que no se muy bien como expresar todas las sensaciones que viví durante esta Jornada Mundial de la Juventud.
Creo que para poder reflejar lo que sentí tendría que ir y darte un abrazo, porque eso fue para mi esta JMJ, un gran abrazo, una muestra inmensa de cariño. Principalmente por parte de las familias que nos recibieron en sus casas, que nos ofrecían todo lo que tenían y que a pesar de no hablar nuestro idioma hacían lo imposible para poder comunicarse con nosotros.
Cariño por parte de todos los peregrinos que llegábamos a Cracovia y sobre todo cariño por parte de Dios.
Si me preguntaran por un momento, o por un lugar, que fuera especialmente importante no sabría decidirme: La vigilia en Poznan, la misa en Czestochowa, la misa en el Campus Misericordiae… TODO ha dejado una pequeña huella en mi, que me ha ayudado a dejar atrás el miedo que me inundaba antes de esta experiencia, y a ver que no estoy sola, que somos millones de jóvenes, los que no nos importa ir contracorriente, que no nos importa dormir poco o incluso nada, que no nos importa estar bajo la lluvia mientras cantamos y bailamos, de pasar mucha calor e incluso frío, cuando muchos otros se habrían retirado solo de pensarlo.
Solo puedo acabar esto de una manera y es con un Djekuje, very very djekuje.
Gracias a todos los que me habéis acompañado durante este viaje, tenéis un sitio fijo en mi corazón.
Espero que volvamos a vivir otra experiencia así juntos porque os habéis ganado un sitio en mi corazón.
Sara Barbeito Perez