Si lo piensas detenidamente hasta puede sonar raro “sí, voy a pasar mi puente haciendo ejercicios espirituales”. Puede que la gente no lo entienda, que en el bullicio del día a día tengas la necesidad del retiro, de la desconexión total y de dejarte por completo en manos de Dios.
Tenemos que confesarlo, acudimos a estos ejercicios alentados por nuestro grupo de vida de acción católica. Era la primera vez que realizaríamos ejercicios ignacianos y, como en todo, las sombras de las dudas acechaban al principio; desde los tres días de silencio hasta el “miedo” por ver que quería Dios de nosotros.
Sin embargo todo fue cambiando desde el inicio. No se trata de una dura “elucubración” acerca de Dios, sino de poner tu vida a “remojo” delante de su amor, empezar a sentir cómo Él está presente en ella y cómo tú estás destinado a ser un reflejo de Él.
Sin prisas, la conversación con Dios va a otro ritmo diferente al que estamos acostumbrados. Olvidando nuestros planes y poniendo nuestra vida como instrumento de Dios. ¿Qué al principio es duro y el primer día puedes acabar con “agujetas espirituales”? Sí, de acuerdo. ¿Qué Dios sólo escucha y no te habla? No te agobies, todo llega.
Los ejercicios ignacianos ultra-resumidos de manera genial por Javi García, se basan en la reflexión acerca del amor de Dios mediante la vida de Jesús y su proyección en mi vida. El porqué y cómo deja su condición divina para meterse en la esencia misma de nuestra naturaleza y eso, si lo piensas un momento, es abrumador.
Dios ha venido al mundo, ha nacido, ha probado las desdichas y sinsabores de nuestra humanidad y ha muerto por mí, por mi pecado, para que yo tenga vida plena en Él. Ésta es la nueva alianza con el hombre.
¡Vaya! ¡Qué fuerte! Nosotros estábamos acostumbrados a que Dios pactase con los planes que teníamos para nuestra vida….¿Y ahora qué?. Casi da más miedo que al principio, ¿verdad?. Pero el amor de Dios da nueva luz a la realidad y finalidad de nuestras vidas. Hemos sido llamados a algo más elevado, distinto a lo que el mundo nos tiene acostumbrados, y sólo llegaremos a Él mediante su amor.
A los días le faltaban horas, sólo Dios bastaba para llenarlo todo, sin apuros, sin barullo, sin ajetreos…Los silencios eran encuentros íntimos con Él que no deseábamos que acabasen y el sabor dulce de su presencia permaneció hasta el final.
Hemos de decir que venimos transformados, inundados. Ha sido una experiencia extraordinaria el sentir a Dios en todos los aspectos de nuestra vida y dejarte amar por Él.
Atrás queda este lluvioso puente de Noviembre. “Hola Dios, aquí te presentamos nuestra vida, tómala, ¿qué quieres hacer con ella?.
Elena y Delfín.
Fotografía: Miguel Castaño