Fui a Fátima en un momento que no es fácil para mí ni para nadie que lo ha vivido y lo está viviendo conmigo. Iba con la intención de contarle a la Virgen todo esto y que Ella me ayudara a llevar la cruz y me cuidara, porque es mi Madre.
La primera noche pasé mucho frío durmiendo en el pabellón. Durante la caminata, bajo la lluvia, solo el que la meta fuera verla me ayudó, como creo que hizo a muchos otros, a llegar al Santuario. Emociona mucho llegar y verla, por muy mojado que estés y/o lo cansado que te encuentres. Fue una de las mejores experiencias de mi vida y tengo pensado repertirlo.
De todos los momentos que viví allí posiblemente me quede con el Viacrucis porque fue el momento en el que realmente me di cuenta de que Ella estaba conmigo y me acompañaba y que llevaba mucho tiempo haciéndolo. Muchas veces te das cuenta de las cosas tarde o cuando menos te lo esperas, yo no creo que fuera tarde, pero no me esperaba que fuera a ser en ese momento. Pensé que la Vigilia me ayudaría a verla con más claridad, pero el momento que más me ha marcado has sido el Viacrucis.
Otra cosa con la me que quedo de esta peregrinación es con la gente que he conocido. Aquí en Betanzos la mayoría de las personas de mi edad no son creyentes y llegar a Fátima y compartir experiencias con gente que piensa como tú es verdaderamente gratificante y ayuda mucho a hacer que lo veas de la manera que tienes que hacerlo.
Sin duda esas son las dos cosas que más me han marcado o gustado. Pero no todo fue bonito, como dije al principio la primera noche y la caminata fueron bastante duras, pero ayudan a valorar mucho más la meta.
Animo a toda la gente de mi edad a que viva esta experiencia el año que viene y viva, como los que hemos ido, una experiencia única e inolvidable. Es una pena que de Betanzos solo hayamos ido tres jóvenes, pero esperamos que el número vaya creciendo después de conocer nuestra experiencia. Aunque, por mucho que te cuenten, tú vas a vivirlo a tu manera y puede que no tenga nada parecido a lo que nosotros hemos vivido.
Le doy las gracias a D. Santiago por habernos hecho el regalo de invitarnos y llevarnos, porque este viaje va a cambiarme mucho para bien. Además, me espero que si vuelvo el año que viene sea diferente y siga ayudándome a acercarme más a Dios y a la Virgen. Aunque haga frío y llueva, te quedes afónico y todas esas cosas que han ocurrido, nada estropea el momento que tienes con la Virgen, que, al fin y al cabo, es por lo que vamos.
De todos los temas que tratamos en esos días, me impresionaron mucho dos:
El primero hablaba de los tipos de meta que nos ponemos y te das cuenta de que estás en muchos de ellos sin saberlo, pero que realmente no te llevan a la meta correcta o a la felicidad.
El segundo era de la aparición del Ángel en el pozo, de ese tema me llamó mucho la atención la parte en la que el cura habló de los tres tipos de “sí”: el “oui” (con la boca pequeña), el “yes” (con lo que sigues lo que los demás hacen) y el “ja” (un “sí” rotundo). En esa charla te das cuenta de que siempre utilizas el “yes”, pero debería usar el “ja” y ser firme en lo que te lleva a seguir el camino de la verdadera meta (volviendo al tema de antes) que es Dios.
Doy gracias de haber vivido esta experiencia, de haberme animado a ir y de compartir esta experiencia con toda esa gente que he conocido. Ahora ya me queda un día menos para la siguiente Peregrinación a Fátima y reencontrarme con estas nuevas amistades, pero, sobre todo, volver a compartir unos días con la Virgen.
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