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El primer día en el encuentro comenzó en el punto de acogida, donde nos dieron informaciones varias y nos asignaron una parroquia: el Centro Cristiano Lāba Vēsts. Nos recibieron con una sonrisa y un té y nos presentaron a la familia que nos acogería durante todos estos días.
Pero la mayor aventura vino a la tarde, cuando después de recorrer un largo trecho de una ciudad altamente navideña, yendo de un sitio para otro y desesperados porque no encontrábamos un lugar donde poder celebrar la eucaristía, entramos en una Iglesia que resultó ser la Catedral católica de Santiago Apóstol de Riga. Dijimos que veníamos de Santiago de Compostela y que nos gustaría celebrar misa y dicho y hecho. Nuestros deseos se hicieron realidad y nos acogieron con enorme cariño, pidíendonos por favor que firmáramos el libro de visitas. Por supuesto, volveremos. Luego tuvimos que correr y correr para llegar a la primera oración, con la que se abría oficialmente este Encuentro Europeo de Taizé. Este momento, así como el recinto, fueron sencillos, pero entre cantos y silencios entramos poco a poco en oración profunda. En resumen, fue una jornada intensa, pero con algún que otro regalo incluido y mucha providencia.
Tiempo: Mucho frío, un poco de nieve pero con sol en el corazón.