
En mi caso es una forma de darle las gracias al Señor y a los demás y de gritar que la felicidad y el amor está en Cristo y no en lo material.

Pues yo ahora le doy gracias y salgo a evangelizar sin miedo ni vergüenza y me siento muy querido por todos vosotros.
Así que mi deber ahora es llevar a Jesús a otras personas para que tengan fe, amor y la certeza de que Jesús nos sigue esperando a todos.
¡Estoy ya listo para la siguiente!
Rubén Redondo Mosteiro