Pensamos distinto, creemos distinto, pero hablar es posible

por obradoiros

Transcripción del discurso que el Papa Francisco improvisó en la tarde
de este domingo durante su encuentro con los jóvenes del Centro
Cultural Padre Félix Varela de La Habana. Las palabras del Papa fueron
una respuesta al discurso que había dirigido uno de los muchachos.
Ustedes están parados y yo estoy sentado. Saben por qué me siento,
porque tomé nota de algunas cosas que dijo nuestro compañero y sobre
éstas les quiero hablar.
Soñar
Una palabra que cayó fuerte fue “soñar”. Un escritor latinoamericano
decía que las personas tenemos dos ojos: uno de carne, y otro de vidrio.
Con el ojo de carne vemos lo que miramos, con el ojo de vidrio vemos lo
que soñamos. Esta lindo, ¿eh? En la objetividad de la vida tiene que
entrar la capacidad de soñar. Un joven que no es capaz de soñar está clausurado en sí mismo, está encerrado en sí mismo. Claro, uno a veces sueña cosas que nunca van a suceder. Pues suéñenlas, deséenlas, busquen horizontes, ábranse a cosas grandes.
No sé si en Cuba se usa la palabra, pero los argentinos decimos: “No te arrugues, ábrete, y sueña”. Sueña que el mundo contigo puede ser distinto. Sueña que si tú pones lo mejor de ti, vas a ayudar a que ese mundo sea distinto.
No se olviden, sueñen, por ahí se les va la mano y sueñan demasiado y
la vida les corta el camino. No importa. Sueñen y cuenten sus sueños,
hablen de las cosas grandes que desean, porque cuanto más grande es la
capacidad de soñar, y la vida te deja a mitad de camino, más camino has
recorrido. Así que primero soñar.
Tu dijiste ahí una frasecita que subrayé y tomé alguna nota: “que
sepamos acoger y aceptar al que piensa diferente”. Realmente a veces
nosotros somos cerrados, nos metemos en nuestro mundito: “o éste es como
yo quiero que sea o no”. Y fuiste más allá: “que no nos encerremos en
los ‘conventillos’ de las ideologías o en los ‘conventillos’ de las
religiones. Que podamos crecer ante los individualismos”.
Amistad “social
Cuando una religión se convierte en conventillo pierde lo mejor que
tiene, pierde su realidad de adorar a Dios, de creer en Dios, es un
conventillo de palabras, de oraciones, “de yo soy bueno vos sois malo”
[…] Yo tengo mi ideología, mi modo de pensar, y tú tienes el tuyo; me
encierro en ese “conventillo” de la ideología. Corazones abiertos,
mentes abiertas. Si es distinto que yo: ¿por qué no vamos a hablar? ¿Por
qué siempre nos tiramos la piedra sobre aquello que nos separa, sobre
aquello en lo que somos distintos? Por qué no nos damos la mano en
aquello que tenemos en común? Animarnos a hablar de lo que tenemos en
común, y después podemos hablar de las cosas que tenemos diferentes.
Pero digo hablar, no digo pelearnos, no digo encerrarnos, no digo
“conventillar”, como usaste vos la palabra. Pero eso sólo es posible
cuando uno tiene la capacidad de hablar de aquello que tengo en común
con el otro, de aquello para lo cual somos capaces de trabajar juntos.
En Buenos Aires, en una parroquia nueva, en una zona muy muy pobre,
estaban construyendo unos salones parroquiales, un grupo de jóvenes de
la universidad y el párroco me dijo: “por qué no vienes un sábado y así
te los presento”. Trabajaban los sábados y los domingos en la
construcción. Eran chicos y chicas de la universidad. Entonces llegué,
los vi y me los fue presentando: “Este es el arquitecto, es judío. Este
es comunista. Este es católico práctico”. Todos eran distintos, pero
todos estaban trabajando en común por el bien común.
Eso se llama amistad social: buscar el bien común. La enemistad
social destruye. Una familia se destruye por la enemistad, un país se
destruye po la enemistad, el mundo se destruye por la enemistad. Y la
enemistad más grande es la guerra. Y hoy vemos que el mundo se está
destruyendo por la guerra, porque son incapaces de sentarse y hablar.
Bueno negociemos, ¿qué podemos hacer en común? ¿En qué cosas no vamos a
ceder? Pero no matemos más gente. Cuando hay división hay muerte, muerte
en el alma, porque estamos matando la capacidad de unir. Estamos
matando la amistad social. Y eso es lo que yo les pido a ustedes hoy:
sean capaces de crear la amistad social.
Esperanza
Después salió otra palabra que vos dijiste: la palabra esperanza. Los
jóvenes son la esperanza de un pueblo, eso lo oímos de todos los lados.
Pero, ¿qué es la esperanza? ¿Es ser optimista? No. El optimismo es un
estado de ánimo. Mañana te levantas con dolor de hígado y no eres
optimista, lo ves todo negro. La esperanza es algo más. La esperanza es
sufrida. La esperanza sabe sufrir para llevar adelante un proyecto. Sabe
sacrificarse. ¿Eres capaz de sacrificarte por un futuro o sólo quieres
vivir el presente y que se arreglen los que vengan?
La esperanza es fecunda, la esperanza da vida. ¿Eres capaz de dar
vida, o vas a ser un chico o una chica espiritualmente estéril, sin
capacidad de crear vida a los demás, sin capacidad de crear amistad
social, sin capacidad de crear patria, sin capacidad de crear grandeza?
La esperanza es fecunda. La esperanza se da en el trabajo, y aquí me
quiero referir a un problema muy grave, que se está viviendo en Europa.
La cantidad de jóvenes que no tienen trabajo. Hay países en Europa donde
jóvenes de 25 años hacia abajo viven desocupados en un porcentaje del
40%. Pienso en un país. En otro país llega al 47%. En otro país al 50%.
Evidentemente cuando un pueblo no se preocupa por dar trabajo a los
jóvenes, y cuando digo “pueblo” no digo gobiernos, digo todo el pueblo,
no tiene futuro.
Los jóvenes entran a formar parte de la cultura del descarte y todos
sabemos que hoy, en este imperio del dios dinero, se descartan las cosas
y se descartan las personas, se descartan los chicos, porque no se los
quiere, porque se les mata antes de nacer, se descarta a los ancianos,
estoy hablando del mundo en general, porque ya no producen.
En algunos países hay ley de eutanasia, pero en tanto otros hay una
eutanasia escondida, encubierta. Se descartan los jóvenes porque no les
dan trabajo. Entonces, ¿qué le queda a un joven que no tiene trabajo? Un
país que no inventa, un pueblo que no inventa posibilidades laborales
para su jóvenes, a ese joven le quedan las adicciones, o el suicidio, o
irse por ahí buscando ejércitos de destrucción para crear guerras.
Esta cultura del descarte nos está haciendo mal a todos, nos quita la
esperanza, y es lo que tú pediste para los jóvenes: “queremos
esperanza”. Esperanza que es sufrida, trabajadora, fecunda, nos da
trabajo y nos salva de la cultura del descarte. Esperanza que es
convocadora, convocadora de todos, porque un pueblo que sabe
autoconvocarse para mirar el futuro y construir la amistad social, como
dije, aunque piense diferente, ese pueblo tiene esperanza.
Y si yo me encuentro con un joven sin esperanza, por ahí una vez dije
“un joven es jubilado”. Hay jóvenes que parece que se jubilan a los 22
años. Son jóvenes con tristeza existencial, son jóvenes que han apostado
su vida al derrotismo básico. Son jóvenes que ese lamentan, son jóvenes
que se fugan de la vida. El camino de la esperanza no es fácil. Y no se
puede recorrer solo. Hay un proverbio africano que dice. “Si quieres ir
de prisa, camina solo, pero si quieres llegar lejos, camina
acompañado”.
Y yo, jóvenes cubanos, aunque piensen diferente, aunque tengan su
punto de vista diferente, quiero que vayan acompañados, juntos, buscando
la esperanza, buscando el futuro y la nobleza de la patria.
Cultura del encuentro
Empezamos con la palabra soñar, y quiero terminar con otra palabra
que vos dijiste, y que yo la suelo usar bastante: la cultura del
encuentro. Por favor, no nos “desencontremos” entre nosotros mismos.
Vayamos acompañados, encontrados, aunque pensemos distinto, aunque
sintamos distinto, pero hay algo que es superior a nosotros, que es la
grandeza de nuestro pueblo, que es la grandeza de nuestra patria, que es
esa belleza, esa dulce esperanza de la patria a la que tenemos que
llegar.
Me despido deseándoles lo mejor, deseándoles todo esto que les dije,
se los deseo. Voy a rezar por ustedes. Y les pido que recen por mí y si
alguno de ustedes no es creyente y no puede rezar porque no es creyente,
que al menos me desee cosas buenas. Que Dios les bendiga y les haga
caminar por este camino de esperanza, hacia la cultura del encuentro,
evitando esos “conventillos” de los cuales habló nuestro compañero. Que
Dios los bendiga a todos.

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