La XLIV Edición de la Pascua Xoven de Arousa abrió sus puertas el viernes 21 de abril. Bajo el lema “E ti… De quen ves sendo?”, decenas de jóvenes se encontraron un año más en el Colegio de las Filipenses para vivir con intensidad la Pascua de Resurrección de Jesús. Allí, los grupos de Agrupación do Umia, Campolameiro, Ceibes Sen Fronteitras (Cambados), Espiral (Riveira), Golfiños (Tremoedo), Lanzados (Noalla) y Xun-Font (Xunqueira- Fontecarmoa) disfrutaron de momentos de oración y entretenimiento.
El viernes, bajo un sol abrasador, los siete grupos llenaron de vida el Colegio de las Filipenses. Entre piquetas y golpes de martillo, poco a poco, las tiendas de campaña fueron alzándose unas tras otras. Ya de noche, tras haber cenado después de todo el trabajo “de campo”, comienza lo bueno: música, juegos y un poco de oración para ir sintonizando con esta nueva Pascua.
El sol permaneció intacto durante el día siguiente, durante el cual los participantes se prepararon para compartir sus ideas y opiniones con otros jóvenes de toda la Diócesis, acerca de cómo se forma la identidad personal de cada cual pero, sobre todo, de cómo Jesús quiere que nos veamos.
Así, entre talleres y algún que otro acorde del grupo de música, la mañana avanza, hasta llegar a la tarde, cuando el colegio abría sus puertas para el público en general. Los pascueiros y pascueiros pudieron participar en tres “Faladoiros” diferentes y un testimonio que corrió a cargo de Luis Guitarra y Carmen Sara; todo ello bajo el tema de la identidad personal y esa pregunta “E ti… De quen ves sendo?”.
El reloj marcaba las nueve y llegaba el descanso para cenar, pero también los nervios ante el momento más esperado de todo el fin de semana: el penitencial. A las diez, con la caída de la noche, la “asamblea” pascueira se transformó en un desierto, nuestro desierto particular, con la cruz en el centro, símbolo del sacrificio que Jesús realizó por cada uno de nosotros. En ese ambiente de oración, de discernimiento acerca de nuestras debilidades y de nuestros tiempos de desierto, cada uno de los participantes aprovechó para reconciliarse y recibir la gracia de Dios. Al terminar este momento, nos ponemos en camino hacia la parroquia de A Xunqueira para celebrar que Cristo vive y ha resucitado.
Y sin apenas darse cuenta, amaneció domingo. Un domingo tranquilo, cargado de buena música y un compartir nuevamente con los grupos de origen. Un domingo de despedidas, de llenar los cancioneros con dedicatorias únicas. Pero sobre todo, un domingo para dar gracias al Dios por todo lo vivido.