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Es por eso que los jóvenes de nuestra archidiócesis se fueron el mes de julio al albergue de las hermanas agustinas de Carrión de los Condes, para aprender a “acoger”, es decir, a mostrar la presencia de Jesús a aquellos que la buscan. Y una vez hecha la experiencia se han puesto a hacer lo que han aprendido. En estos días están en Arzúa, sonriendo, acogiendo, ayudando a todo peregrino que pasa por allí.
Leyre de Carballo, nos deja su testimonio:
“Hace unos meses no estaba en mis planes venir a este pequeño pueblo de Galicia, pero tras hacer un maravillosos Camino de Santiago, sentí que debía venir. Y menos mal!! Está siendo una experiencia inolvidable, como lo es cualquier otra experiencia en la que Dios está presente. Hacer que el Camino de muchos peregrinos tenga más sonrisas, te hace sentir útil y eso ¡¡es increíble!!
Espero que en estos días sigamos cantando, bailando y rezando con ellos y que nuestra alegría les ayude en esta última etapa y que vivan la llegada a Santiago de forma única, porque aunque no sea la primera vez que lo realizan cada Camino es único”.
Coruña, Pontevedra, Santiago… las tres vicarias de nuestra archidiócesis de Santiago están al pie del Camino. Camino Francés, Inglés, Portugues… cientos, miles de peregrinos, pasan delante de nosotros, de nuestras casas, de nuestras iglesias, y a la altura de Galicia ya llevan los pies muy castigados y el corazón y el alma cada vez más “a punto”.
Es el momento perfecto para estar ahí, para, simplemente, tener una presencia que represente lo más fielmente la presencia de Jesús. Muchos de los peregrinos que se acercan a Santiago no saben que están buscando encontrarse con Dios mismo. Saben de sus penas, de sus deseos, de sus esperanzas, de sus peticiones… pero pueden llegar a ignorar, ¡aunque estén haciendo el Camino de Santiago! que solo Dios puede dar respuesta.
Es por eso que los jóvenes de nuestra archidiócesis se fueron el mes de julio al albergue de las hermanas agustinas de Carrión de los Condes, para aprender a “acoger”, es decir, a mostrar la presencia de Jesús a aquellos que la buscan. Y una vez hecha la experiencia se han puesto a hacer lo que han aprendido. En estos días están en Arzúa, sonriendo, acogiendo, ayudando a todo peregrino que pasa por allí.
Leyre de Carballo, nos deja su testimonio:
“Hace unos meses no estaba en mis planes venir a este pequeño pueblo de Galicia, pero tras hacer un maravillosos Camino de Santiago, sentí que debía venir. Y menos mal!! Está siendo una experiencia inolvidable, como lo es cualquier otra experiencia en la que Dios está presente. Hacer que el Camino de muchos peregrinos tenga más sonrisas, te hace sentir útil y eso ¡¡es increíble!!
Espero que en estos días sigamos cantando, bailando y rezando con ellos y que nuestra alegría les ayude en esta última etapa y que vivan la llegada a Santiago de forma única, porque aunque no sea la primera vez que lo realizan cada Camino es único”.