Los voluntarios, o cómo servir con ilusión

Pasaba ya enero 2011, y la Delegación de Pastoral de Juventud de Santiago de Compostela recibía desde Madrid las primeras listas de peregrinos que se acercarían a la ciudad del Apóstol. En esos momentos, se comenzó a convocar a personas que, con trabajos y con vidas ajetreadas, deseaban apasionadamente colaborar con la JMJ’11. Se constituyeron comités de Alojamiento de peregrinos extranjeros (llevado por Inma Tourís) y comité de publicidad tanto de la JMJ cómo de los DED (Marita, Alberto de la Puente y Pablo Aguado), además de otros voluntarios que estaban en contacto permanente con la organización de Madrid, y un grupo de diseño de los carteles; todos ellos dirigidos por los delegados de Juventud Javier Porro y Javier García, ayudados por Oscar Valado, recién ordenado ahora sacerdote.

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Una jornada de formación, el 2 de agosto, permitió a los voluntarios hacerse una composición de lugar sobre el plan trazado, que se perfilaba ya de forma definitiva. Se invitaba a los grupos a venir un día a Santiago, con la oferta de:

– Bienvenida y acogida festiva en el Centro de Peregrinaciones Juan Pablo II del Monte del Gozo, llevada a cabo por el equipo de animación (con la equitación montada por los mismos voluntarios de animación y sonido, dirigidos por Marita).

– Comida en el mismo lugar, coordinando el grupo de “Monte del Gozo”.

– Festival internacional, dónde cada grupo podía compartir su alegría con todos los demás, dirigido por Marita, y Ricardo Sanjurjo.

– Bajada a la ciudad, coordinada por Luis Rubio, por los últimos 4 kilómetros del Camino Francés, hasta la Catedral.

– Misa en la Catedral, con el Botafumeiro.

– Recorrido turístico por la ciudad, guiado por los voluntarios, coordinado por Juan Antonio Testón.

El 12 fue un día algo caótico, aunque todo salió a la perfección. Se recibieron más de 600 personas, de muchos grupos, con 40 voluntarios, que trabajaban recibiendo los autobuses, repartiendo los tickets de caterings, animando, o simplemente traduciendo. Sin embargo, pese a que el día en un principio fue demasiado revuelto, todos pusieron de su parte, de forma que todo se solucionó finalmente, y sin más problema. El ánimo era excelente, la ilusión de los voluntarios más jóvenes se reflejaba en sus comentarios.

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La experiencia del día 12 fue vital para el 13, dónde aparecieron 1000 personas más de las esperadas. El grupo de la Bretaña francesa, en vez de ser de 800 personas, era de 1800, de forma que los jóvenes francófonos eran casi 2500, más unas 500 personas de otras lenguas, principalmente inglés y español. Sin embargo, pese a la dificultad de operar tamaño dispositivo, la colaboración de los voluntarios y su entrega fue increíble. Gran parte del mérito lo tiene la disponibilidad de los voluntarios recién incorporados de la Renovación Carismática, que en muchos casos, hicieron verdaderas “locuras” para servir a los peregrinos, cómo dos de ellos, uno de Inglaterra y otro de Granada, sin poder hablar entre ellos ni saber francés ni conocer la ciudad, consiguieron hacer la guía por Compostela. Las misas del día fueron muy emotivas, llenas de signos. Muchos de los voluntarios salían impresionados de la experiencia, tanto de las misas cómo del trato con franceses u otros grupos.

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