Estudiar en el extranjero “es algo bueno y fecundo”, pero “doloroso” cuando se abandona el propio país porque falta posibilidad de inserción
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco invitó este jueves a los jóvenes estudiantes inmigrantes a ser “centinelas del amanecer”, citando una célebre frase de san Juan Pablo II. Y les exhortó que esto sea cada día “con los ojos dirigidos a Cristo y a la historia”, para así “anunciar la salvación de Jesús” y llevar “su luz en un mundo que con mucha frecuencia está oscurecido por las tinieblas de la indiferencia, del egoísmo y de la guerra”.
La invitación fue dirigida a los participantes del IV Congreso Mundial de pastoral para los estudiantes internacionales provenientes de 36 países, reunidos en Roma del 28 de noviembre al 2 de diciembre, con el título: “Evangelii Gaudium del papa Francisco y los desafíos morales en el mundo intelectual de los estudiantes internacionales hacia una sociedad más sana”. El congreso es organizado por el Pontificio Consejo para los migrantes e itinerantes y el Pontífice les recibió en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano.
El Papa en sus palabras reconoció que “los desafíos morales que es necesario afrontar son muchos y no es siempre fácil luchar para afirmar la verdad y los valores, especialmente cuando uno es joven”, y que deben recordar que “con la ayuda de Dios y la sincera voluntad de hacer el bien, todo obstáculo puede ser superado”. Y les exhortó: “no se detengan nunca ni se desanimen, porque el Espíritu de Cristo les guiará si escuchan su voz”.
El Santo Padre advirtió entretanto que “a la concepción moderna del intelectual empeñado en la realización de sí mismo”, es necesario “contraponer un modelo más solidario que se ocupe del bien común y de la paz”. Y les recordó que poder estudiar es un don, y también una responsabilidad.
Añadió que además el hecho de estudiar en un país diverso al propio, de aprender nuevos idiomas, usos y costumbres, les “permite mirar el mundo desde otra perspectiva” hacia “quien es diverso”, lo que les lleva a ser “más tolerantes y hospitalarios”.
Francisco reiteró que las escuelas y universidades “son un ámbito privilegiado” hacia “un mundo más solidario” y para “llevar adelante un empeño de evangelización de manera interdisciplinaria e integrada”.
Por esto a los docentes y trabajadores pastorales, el Papa les invitó “a infundir en los jóvenes el amor por el evangelio, la ganas de vivirlo concretamente y de anunciarlo a los otros”. Y que este crecimiento “sea un punto de partida para que una vez regresados a su país de origen den su contribución calificada” también “para transmitir la alegría de la Buena Noticia”. Para ello, precisó, “es necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un recorrido de maduración en los valores”.
Que los jóvenes decidan ir a estudiar al exterior “es cosa buena y fecunda”, en cambio dolorosa cuando los que tienen preparación “abandonan el propio país porque faltan adecuadas posibilidades de inserción”.
Los estudiantes internacionales son un fenómeno que se ha intensificado a causa de la globalización, y es necesario evitar los mecanismos de defensa delante de la diversidad, como las murallas interiores que no permiten de mirar al hermano en los ojos y darse cuenta de sus reales necesidades. Porque, advirtió Francisco, también entre los jóvenes puede insinuarse la globalización de la indiferencia.