V
Ya no es la primera vez que hago ejercicios espirituales y cada vez es distinto. Bueno, sales interiormente y exteriormente con una paz enorme. De los primeros a estos últimos ha habido cambios en mí.
La verdad es que no sé que decir, no es algo extraordinario para mi, pero con el tiempo es como una necesidad básica, en este mundo que fácilmente te arrastra o te abruma con miles de cosas. Los ejercicios espirituales para mi, son la posibilidad que tengo de encontrarme cara a cara con Dios y poco a poco charlar con las “cartas boca arriba”. Es aquí donde con Dios tengo momentos divertidos. El hace que me ría de cosas que hace nada eran muy complicadas. Muchas veces también encuentro sus silencios que no entiendo, o cosas y situaciones donde quiero imponer mi plan al suyo. Es ahí donde con paciencia, El saca el plano de obra y repasamos lo que hemos vivido durante mucho tiempo.
Lo mejor y lo peor para mi es que son en silencio. Lo mejor por que me permiten, una vez que ya no tengo con que más hacer ruido en mi cabeza escucharlo, y lo peor por que aun me sigue costando un montón (como soy la que canta aprovecho muajajajajaja).
Lidia, estudiante de Diseño.
VI
Desde hace 7 años conocí a Dios a través de un encuentro pascual, quitando todas las falsas ideas que por diversas circunstancias tenía sobre Él, y pude conocer al Dios de amor y misericordia que es, y desde entonces mi corazón se ha convertido poco a poco. He estado activa en un grupo juvenil, teniendo apostolados y sirviendo a otros jóvenes para que se acerquen a Dios. Sin embargo, me doy cuenta que a pesar de todo el conocimiento que he logrado tener hasta ahora sobre Dios no ha sido suficiente y nunca lo será.
Desde que tuve mi primer encuentro con Dios, había intentado vivir mi vida haciendo el bien o lo correcto, teniendo mis errores por supuesto. Pero San Ignacio me ayudó a entender que no se trata de hacer el bien basándome en ciertos criterios, sino que se trata de vivir conforme a la vida de Jesús y su Palabra. Que solo teniendo ese encuentro constante con el corazón de Jesús, mi vida podrá irradiar esa plenitud en Él, teniendo por añadidura el hacer el bien y el amar a los demás, tal y como Dios me ama, no como yo amaría. Constantemente buscaba encontrarme con Dios, siempre llamándole en la oración, pero no me había detenido a escucharle, no había esperado su llamado. No se trataba de que yo lo encontrara, sino de permitirle a Él encontrarme en el silencio. No puedo describir las grandes cosas que hizo mi amado Dios en este fin de semana a través de los ejercicios espirituales de San Ignacio, pero en definitiva puedo decir que mi corazón ha logrado encontrarse con el corazón de Jesús, acrecentando mi fe y mi fidelidad, aceptando mi humanidad pero buscando la divinidad.
Me siento muy agradecida con Dios por haberme llamado a encontrarme con Él en el desierto a través de estos ejercicios espirituales de San Ignacio abriéndome los ojos a la grandeza del Señor y entendiendo que mi razón humana jamás podrá entender su amor tan trascendental en mi vida.
Liliana, estudiante de Trabajo Social.