Ejercicios Espirituales: Una gran conexión

por obradoiros

El pasado 28 de octubre, empezábamos de una forma muy animada los ejercicios espirituales en Dorrón, anteriormente ya había hecho unos en esa misma casa, por eso cuando me enteré de que se repetirían allí la alegría fue inmensa.


A la mañana siguiente después del madrugón se podría considerar que los ejercicios empezaban oficialmente. En un ambiente de silencio y después de salir de la capilla, nos dirigimos a una de las primeras meditaciones, impartidas por Carlos (rector del Seminario Mayor de Santiago), todas y cada una de sus meditaciones fueron de gran ayuda. Gracias a ellas, pude reflexionar sobre mis actitudes diarias, y darme cuenta de que había cosas que no estaban bien, y que realmente no eran muy difícil rectificarlas y mejorarlas.

En estos ejercicios pude y tuve la gran suerte de conocer mucho más a Dios, e incluso a mi misma, de una forma muy sencilla, que puedo recordar diariamente.

En cada oración que hacía, sentía una gran conexión, como si simplemente estuviese hablando con un gran amigo de tú a tú, es algo que da mucha tranquilidad y comodidad. 

En general, todos los momentos de adoración han sido muy buenos y positivos, sobretodo porque pude notar una gran diferencia de un año para otro. En un año las personas no solemos cambiar mucho, pero yo puedo afirmar que he madurado sentimentalmente, pero sobretodo espiritualmente.

El momento que más me gustó, fue la adoración a la cruz, que tuvimos la última noche. Había un clima de oración muy grande y creo que cada uno de nosotros nos sentimos especialmente emocionados.

Honestamente, y a pesar de que eran tres días, se me hizo muy corto, cuando parecía que empezaba a sentir que estaba en un momento culmen, me daba cuenta de que me tenía que marchar, es algo que me daba mucha pena, pero por otra parte, soy consciente que esos ejercicios han marcado un antes y un después en mi fe, y todo lo que he aprendido lo intentaré desarrollar en mi día a día. 
No tengo muy claro, el motivo por el que al final asistí a los ejercicios.. tal vez providencia, insistencia, ganas.. pero me alegro de haber vivido esos días con un maravilloso grupo de 20 personas, que a pesar de que no pudiésemos hablar, con una mirada o una simple sonrisa, te sentías como en casa. 

Doy gracias a Dios por todo lo vivido y con la plena esperanza de que el año que viene serán igual o más reconfortantes que los de este año. 

Osea que si nunca has ido, o hace tiempo que no has estado en algo parecido, te animo que pruebes la experiencia, sabiendo que serás recibido/a con los brazos abiertos.
Silvia Trasancos

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