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Vigilia orante de los jóvenes peregrinos
Luz, música y…, sobre todo, oración. Así fue la Vigilia de los jóvenes del pasado sábado en la Catedral de Santiago de Compostela. Era un bonito modo de prepararse para la escucha del Papa Francisco en el “día grande” de la JMJ de Río de Janeiro. Fueron cientos de jóvenes los presentes en este hermoso acto, gallegos y procedentes de otras diócesis. Presidía el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, a quien acompañaba el obispo de Orihuela-Alicante, D. Jesús Murgui Soriano quien llegó a Santiago con 150 jóvenes de su Diócesis.
Era hermoso ver la vitalidad de la fe de los jóvenes, esperanza de la Iglesia. Era hermoso ver la veneración de la Cruz y la adoración del Santísimo, con el recuerdo dolorido y la plegaria ofrecida por las víctimas del accidente ferroviario de la víspera del Apóstol Santiago. Iglesia viva y joven; Iglesia presente en el mundo y, sin embargo, peregrina hacia la Casa del Padre.
Monseñor Barrio, a quien se le adivinaba feliz por la espontaneidad y naturalidad de los jóvenes, les saludó diciéndoles: “Bienvenidos a esta Casa del Señor Santiago en una ciudad todavía sobrecogida por el trágico accidente ferroviario que tantas muertes y heridos nos ha dejado! Me uno en oración a vosotros junto a su tumba, recordando nuestra misión evangelizadora, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular el mismo Cristo Jesús. “Id y haced discípulos a todas las naciones”. No podemos sucumbir a una cierta corriente excesivamente negativa ni sublimar inmediatamente nuestros sufrimientos, haciéndonos los mártires, pero hay que ser conscientes tanto de la pasión como de la gloria, interna y externa, que lleva consigo la misión apostólica”.
El arzobispo comentó, además, que, “los cristianos llevamos en nosotros mismos la vida del Señor resucitado que hemos de testimoniar con las palabras, con el ejemplo de las virtudes que vivimos, con los hechos de caridad cristiana que realizamos. Sólo así seremos sal de la tierra, luz del mundo (Mt 5, 13), y buen olor de Cristo (2 Cor 2, 15). El testimonio cristiano nunca suple el papel insustituible de Cristo. “Sin mí no podéis hacer nada”.
Monseñor Barrio aludió a la “lógica del amor y del servicio” que proclamó Cristo con su su vida y su palabra y dijo a los jóvenes que “este contenido esencial del Evangelio os indica la vía para que, renunciando a un modo de pensar egoísta, de cortos alcances, como tantas veces os proponen, y asumiendo el de Jesús, podáis realizaros plenamente y ser semilla de esperanza”.
Pues, así, en medio de la luz, la música y un conmovedor silencio orante, monseñor Barrio animó a los jóvenes a salir de “nuestras seguridades humanas” al encuentro con Cristo resucitado, esperanza para nuestras vidas.
Texto: Javier Aguado
Fotos: Miguel Castaño