Seguimos celebrando la Pascua de Resurrección del Señor. Y en este domingo del Buen Pastor la Iglesia trae a nuestra memoria la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas en los territorios de misión.
El lema es lo suficientemente elocuente para indicarnos que es Dios quien llama, siendo la vocación fruto de su amor. Por otra parte la llamada al sacerdocio o a la vida consagrada conlleva una respuesta de docilidad y de confianza, dejando atrás la comodidad y la pasividad para salir al encuentro del otro y ayudarle a llegar a Dios. No es tiempo de complacencia sino de arriesgar sabiendo que nuestro caminar por la vida puede tener un poco más de sentido y que vivir de otra manera sirviendo y amando con sencillez es posible. Hablamos con frecuencia de la crisis vocacional que conlleva preocupación pero que ofrece también oportunidades.
Quien se siente llamado por Dios, “descubre enseguiddentro de él, un deseo incontenible de llevar la Buena Noticia a los hermanos, a través de la evangelización y el servicio movido por la caridad”, escribe el Papa en su Mensaje para esta Jornada. Recordando las palabras de Jesús, también en estos momentos percibimos que “la mies es mucha y los obreros son pocos”. Lo constatamos en general y en nuestra diócesis en particular. Vosotros, queridos y queridas jóvenes, decís que no tenéis posibilidades y que no os encontráis en condiciones para dar este paso de confianza en el Señor. Os recuerdo que el Señor nos hace superar el pesimismo y el desánimo de una vida gris, sumergida en la rutina y diluida en el sin sentido. También aquí encuentra eco el pasaje del profeta Isaías: “Ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado. Entonces escuché la voz del Señor, que decía: “¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?”. Contesté: “Aquí estoy, mándame” (ls 6,7-8).
El Señor va caminando a nuestro lado como lo hizo con los discípulos de Emaús aunque a veces no lo percibamos porque vamos absortos en nuestras melancolías y ensimismados en nosotros mismos. ¡Dejémonos sorprender por Dios que cuida providencialmente de nosotros y sabe lo que necesitamos en cada momento! Si Él cuida de las aves del cielo y de los lirios del campo, ¿no se va a preocupar de nosotros?
Esta Jornada de manera especial nos invita a rezar pidiendo que el Señor nos aliente para que abramos nuestro corazón a su l lamada a trabajar apostólicamente en su viña. ¡Apuntémonos aunque sea a última hora para anunciar la alegría a los hermanos y llevar a Cristo, empujados por el Espíritu! Él siempre está dispuesto a acoger nuestra disponibilidad. Podéis contar con mi oración.
Os saluda y bendice en el Señor, Buen Pastor,
+ Julián Barrio Barrio