No era la primera vez que estaba en una acogida de peregrinos, había estado en Arzúa el año pasado y antes de ir este año a Portomarín, sabía que las cosas no serían iguales.
Pero esta semana acogiendo peregrinos, ofreciéndoles agua y algo de conversación ha sido genial.
Por la mañana salíamos al camino con garrafas de agua e instrumentos, allí les ofrecimos agua a los peregrinos cuando pasaban mientras tocábamos para animarles. Algunos peregrinos dejaban a un lado el cansancio del camino y con sus mochila a la espalda bailaban con nosotros y nos cantaban alguna canción.
Por la tarde teníamos una acogida musical en la plaza del pueblo, y el sacar a bailar a un peregrino te servía de pretexto para empezar a hablar con él, ellos te contaban su experiencia en el camino y te contaban cosas sobre ellos, sobre su vida.
Luego había misa, y al final una bendición especial para peregrinos en la que se les daba un papelito con la palabra de Dios y muchos salían emocionados.
En está semana he hecho grandes amigos y he conocido a un montón de gente genial, tanto acogedores de peregrinos como peregrinos.
Testimonoio de Silvia.