Acogida Cristiana en el camino

Acogida
Cristiana en el camino. La primera pregunta es ¿cómo lo haces? Así que buscas
qué se hace y donde puedes aprender a hacer acogida cristiana en el camino.

Como
buen delegado Javi García nos llevo a un grupillo pequeño (porque no nos
dejaban ir a más), a Carrión de los Condes, donde un grupo de monjas Agustinas
tienen como misión acoger a los peregrinos en el albergue parroquial. Allí
aprendimos no solo cómo realizar esa acogida, sino el motivo y la razón que la
impulsa.

Después
de vivir una semanita con ellas y de llevarnos recuerdos preciosos, tocaba
poner en práctica lo aprendido. Con las pilas cargadas y con ganas de hacer
acogida nos lanzamos a Arzúa  a ver qué
podíamos hacer, pero he aquí que empieza, para mí, lo distinto de toda la
historia tan guay que había vivido en Carrión. (Tengo
que decir que ya sabía que sería distinto, no soy tonta, pero no sé por qué
confiaba en hacer casi las mismas cosas que en Carrión).

Primero
de todo, no hay albergue parroquial, sino municipal. Esto quiere decir que si
en Carrión estábamos en el albergue por las mañanas limpiando y habilitando
camas para una mejor estancia de los nuevos peregrinos, aquí no íbamos a hacer
eso (no teníamos un “albergue propio”). ¿Qué íbamos a hacer? En vez de esperar
a los peregrinos decidimos IR A BUSCARLOS AL CAMINO. Por Arzúa pasan dos rutas
del camino: el Camino del norte y el Camino Francés. Así que nos dividimos en
dos grupos y armados con agua fresquita y si se podía con bizcochos o lo que
surgiese, allá que íbamos. Los recibíamos con una calurosa acogida, les dábamos
de beber, un pequeño refrigerio y ,como no, nos presentábamos y los acogíamos
en nombre de la parroquia de Arzúa. Finalmente los invitábamos a las
actividades de la tarde.

Se
decidió mantener la acogida musical que habíamos realizado en Carrión con las
hermanas Agustinas. Esto era, en la sala de entrada al albergue, poníamos
sillas; si no se cabía se ponían por las escaleras), las hermanas cogían sus
instrumentos (una guitarra, un djembé y sus voces) y mientras introducían
algunas canciones cantábamos e incluso se invitaba a los peregrinos a cantar
canciones propias de sus países de procedencia. Otra vez todo esto no iba a ser
posible (no teníamos albergue, jajajjajja creo que me voy a repetir). Pero ya
estaba todo pensado y realizábamos ese encuentro musical en la plaza del pueblo.
A las 18.00 nos plantábamos allí con nuestras guitarras, percusión, flautas,… y
hasta un violonchelo. Cantábamos en español, gallego, inglés, italiano, alemán,
polaco, … y hasta en chino.

Terminábamos
el Encuentro invitando a todos a la misa del peregrino que tenía lugar en la
parroquia a las 20.00 h. y que al final de la misma se daba una bendición
especial para ellos.

Creo
que  queda de manifiesto que hemos hecho
lío, y aunque me quedan cosas en el tintero de lo bien que me he sentido
arropada por todos en especial de mi grupo de música favorito, incluidos los
espontáneos del djembé, las comidas y las celebraciones tan vividas y sentidas
de estos jóvenes tan especiales. Ánimo y a seguir así.

Lidia Santiago