Para mí la JMJ fue un gran momento de encuentro y alegría. También de salir de nuestra rutina diaria y llenarnos de espíritu y encontrarnos con Jesús.
En mi caso no conocía prácticamente a nadie de los que fueron con mi grupo y agradezco muchísimo la acogida que tuve por los chicos y chicas de la pastoral. Me emocionó muchísimo conocer gente de realidades tan diversas del mundo y compartir con ellos. Recuerdo durante una catequesis compartir momentos con un grupo de jóvenes de Nicaragua y conocer de primera mano sus miedos y sus dificultades, pero también su testimonio de fe en medio de tantos problemas.
Uno de los muchos momentos que me impactaron en lo personal fue la vigilia. Estábamos todos en un campo bajo el sol y durmiendo a la intemperie y en el suelo. En ese momento me acordé mucho de los desplazados, los que huyen de las guerras, la gente de vive en la calle, la gente que tiene una vida compleja, y le pedí a Jesús por ellos y por todos nosotros para que seamos instrumentos de ayuda hacia los demás.
Gracias a Dios por tan buenos momentos de fe compartida. Ahora en lo adelante me tocará hacer realidad en mi vida diaria todo eso que aprendí y viví.
Yandry