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Ya hemos llegado a Santiago. El Obradoiro ha vibrado con nuestros cantos y gritos.
Alegría y llanto de emoción por haber llegado. Atrás quedan ya el cansancio, las duras subidas, la desesperación por no poder terminar una etapa y las dudas de no saber si podíamos seguir hasta el final.
Pero ayer, tras comprobar que si se podía, hemos tenido un rato de oración en la catedral con nuestro obispo auxiliar, Don Jesús. Tras la vigilia hemos podido bajar a la tumba del apóstol para tener un ratillo personal de oración más cerca de él.