Tras un año complicado, la solución estaba en abrir bien los ojos y dejarme guiar por la virgen.
Esta ha sido mi segunda peregrinación a Fátima, al principio no tenía ganas de ir, estaba muy centrado en el curso y en dedicar el tiempo libre a mis amigos, tanto que, fui desplazando lo verdaderamente importante a un segundo plano, y eso no me hacía feliz.
Aún así yo seguía manteniendo todas mis preocupaciones y no paraba de darles vuelta en la cabeza, hasta que llegue a Fátima y todos los problemas, preocupaciones… se evadieron, y fue ahí cuando comencé a disfrutar del viaje. Me di cuenta de que al haber ido pasando de la virgen y de Jesús, había perdido mucho tiempo y muchos momentos felices, había llevado una vida monótona, aburrida y desgraciada, no conseguía controlar los nervios y los resultados no eran suficiente. Pero una vez allí, en la Capelinha delante de la virgen, la calma se apoderó de mí y me di cuenta de que a su lado, todo lo que me preocupa se solucionará y que confiando en ella todo es posible.
