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El pasado sábado, unos cuantos jóvenes de la diócesis nos encontramos para aprender a evangelizar y ponerlo en práctica de madrugada. Aunque amenazaban con un temporal, nosotros decidimos estar disponibles para anunciar el amor de Dios si Él así lo quería.
Solo hay que leer lo que escriben esos jóvenes para comprobar la grandeza de Dios:
“En una noche en la que no querrías más que estar en casa con sofá y manta, la gente de la calle se paró a hablar, tenían ganas de conocer a Jesús“.
“Fue una experiencia que todo el mundo debería vivir, súper chula, y estuve muy bien acompañado en la calle”.
“Tenía mucho miedo de realizar Una luz en la noche, pues la predicción del tiempo auguraba una noche horrorosa. Pensé que la mitad de los centinelas se asustaría y a última hora no vendrían, y que tampoco encontraríamos gente en la calle. Sin embargo, ningún centinela se dio de baja y se mantuvieron muchísimos diálogos, invitaciones y testimonios con la poca gente que encontramos en la calle. Dios es grande“.
“Fue un aparente fracaso de Dios, pero una nueva oportunidad para acercar su amor“.
“Fue un reto y una alegría“.
“Creo que Dios se deja ver a través de los actos de amor más simples. A pesar del tiempo, las horas y las pocas personas que se animaron a realizar la actividad, Él estuvo de alguna forma presente”.
“Fue una experiencia sorprendente porque más que actuar en la iglesia, actuamos en la calle y porque a pesar del tiempo todos acabamos satisfechos”.
“El soplo del Espíritu se acercó fervoroso como la fuerza del viento, para ayudarnos a sobrevolar dardos del amor de Jesús“.
“Fue difícil confiar, por la tempestad, pero Dios demostró que aún en medio de la tormenta está ahí”.