Testimonio V ULELN – 11 de junio

por
Era viernes,
salía de Santiago con 3 grandes amigos, uno se quedó, no pudo venir en el
último momento.
No sabía nada de lo que iba a suceder, no
tenía ni idea, me sumaba a un plan más de ayudar a Dios como vengo haciendo
últimamente.  Llegábamos a Pontevedra con
el rosario rezado a las 17.30, y providentemente encontrábamos un sitio
privilegiado para aparcar.
A las 18.00 empezaba todo y nos
presentábamos los pocos que todavía no nos conocíamos. Empezamos la alabanza en
una habitación en el piso de abajo, no se me ocurre manera mejor de empezar.
Después de la merienda llego el taller, donde
nos decían exactamente qué es lo que íbamos a tener que hacer, por mi cabeza
solo pasaban frases como : “Donde coño me he metido” o ”
Joder“… miedo y nerviosismo reinaba, pero a la vez sabía que algo
grande iba a pasar. Son los nervios de la victoria.
Llegó el momento de ir a la iglesia, a mí me
tocó “Calle” , la verdad, me lo esperaba.
Después de pedir mucha ayuda a Dios para
salir a la calle y que fuera Él quien trabajase, allá vamos. Recuerdo con
especial importancia el vínculo que Dios
nos concedió a todos, pero en especial, a mi pareja y a nuestra intercesora, el
momento de presentarnos ante él y decirle: Señor, aquí estamos los 3, juntos
para servirte, para mí fue estremecedor.
Algo especial pasaba en la calle,  nos movíamos de otra manera, hablábamos de
otra forma. Es inexplicable. Todo fue muy bien, la gente escuchaba, se
interesaba y preguntaba. A muchos le despertábamos, cuanto menos mucha
curiosidad, las caras de la gente es algo que jamás olvidaré.
Los apóstoles y los santos también sentían
nervios, desgana y miseria, pero lucharon para decirle sí a Dios, daba igual lo
que pidiera, un sí incondicional, como el sí que nos pidió este día.

En resumen y el regalo más grande que me hizo
Dios fue el de aprender el significado de Iglesia, una iglesia viva, que se
mueve y que anuncia la verdad, como los primeros cristianos, no la que está
quieta, fría e inmóvil, esperando que el mundo mejore solo, Dios nos necesita.
Somos Iglesia.
Un centinela

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