Testimonio Una luz en la noche – Pontevedra

por Laura





Ya he perdido la cuenta de en cuantas ULELN participé. He recorrido los ministerios de acogida, de calle e intercesión varias veces y, a pesar de eso, cada edición de Una Luz En La Noche me sorprende de un modo diferente. En ULELN los centinelas no actuamos por nosotros mismos, para nuestro beneficio. Los centinelas somos “instrumentos” y no sabemos quiénes va a querer Dios que esa noche sean nuestros “espectadores”, quienes escucharán la bonita melodía del Amor incondicional de Jesús. Por eso no ha habido, ni habrá, dos noches de evangelización iguales, aunque haya tocado hacer las mismas funciones.


Este sábado 16 me tocó el ministerio de calle con mi amigo Fernando como compañero. Ahí estaba yo, dispuesta a decirle a todo aquél que me cruzara que Jesús estaba en la Peregrina esperando por él y por cada una de las personas que quisiesen acercarse. Como suele ser habitual, las reacciones eran de todo tipo: escuchamos muchos “no, gracias”, vimos muchas caras de sorpresa e incluso podíamos observar la incredulidad de quien piensa que se trata de una broma. También mucha gente interesada por lo que le contábamos y que nos hablaba brevemente sobre su fe. 


Pero Dios tenía aun una sorpresa para nosotros, que nos cambió la noche. Al pasar junto a una bocacalle, un hombre joven nos hizo un gesto de que nos acercásemos a hablarle. Nos había observado y nos invitó a que le contásemos lo que hacíamos, por lo que le anunciamos la apertura de la iglesia hasta la una y media de la noche y que Jesús estaba allí esperándole. Resultó ser un agnóstico desencantado con las religiones (en general) por alguna mala experiencia de su pasado. Sin embargo, sentía mucha curiosidad por saber qué nos llevaba a dedicar una noche de sábado a hablar de Jesús. Se mostró muy impactado al enterarse de que lo único que nos mueve es que el Amor de Dios es tan importante para nosotros que no podemos guardarlo con celo sólo para nosotros sino que hay que anunciarlo.




Óscar, que así se llamaba este hombre, nos preguntó quién era Jesús para nosotros y cómo podíamos creer en Él, porque en su vida lo veía incompatible con el sufrimiento y la enfermedad, especialmente ahora que su madre lo estaba pasando mal. Eso nos dio pie a explicarle que los creyentes también sufrimos, también lloramos, pero que sentimos que Él nos sostiene. Aceptar nuestras limitaciones y servirnos de los recursos materiales a nuestro alcance para mejorar nuestra la situación no solo es compatible con la confianza en Dios sino que a Su lado todo es más llevadero, porque Jesús nos consuela. Se mostró agradecido de que le dijéramos que rezaríamos por él y por su madre.


Una vez nos despedimos, tardamos un poco en retomar el ritmo. Pasado unos minutos volvimos a la carga y finalmente regresamos a la iglesia, cansados pero muy contentos. No sabíamos qué había ocurrido dentro de la iglesia hasta que llegamos y descubrimos que había ido una cantidad enorme de personas para acercarse a Jesús. Broche de oro para una noche preciosa.


Esa pregunta, sobre quién es Jesús para mí, me ha acompañado en las horas sucesivas y me ha hecho reflexionar. Responderla con sinceridad no siempre es fácil, pudiendo rozar lo tópico o las frases hechas. Siempre hemos escuchado que Jesús es el amigo que nunca falla, pero es que en mi caso yo realmente así lo siento, especialmente desde que vivo lejos de mis amistades y no puedo verlos tan a menudo como antes, he encontrado en Jesús ese amigo al que contarle mis problemas y mis alegrías. Él es un amigo de verdad y como tal no puedo negarlo ni callarlo. Tengo que salir a la calle y decirle a todos que tenemos en común al mejor amigo de todos, esperando por  cada uno de nosotros para que vayamos a su encuentro.


En ocasiones es necesario decir las cosas en voz alta para darnos cuenta de la importancia que tienen en nuestra vida. Por eso el encuentro con este hombre, que nos preguntó sobre cómo vivimos nuestra fe, supuso caer en la cuenta de todo lo bueno que hace Dios por mí en mi vida. Una edición de ULELN fue, para mí, un regalo.



También te puede interesar