Testimonio ULELN:sorpresa, misterio, un acto de confianza plena…

por Depasxuventude

¿Quién era aquel extraño, vestido de forma humilde, quizás hasta desaliñado y con un envase de jamón cocido debajo del brazo? 


¿Ése que entró en la iglesia a medianoche y permaneció un rato orando, ante la presencia reconfortante de Jesús sacramentado? 

¿Ése que, al salir, se detuvo a hablar con los jóvenes que estaban en la puerta del Santuario? 

Por supuesto, no sabía que se trataba del equipo de acogida, cuya misión era, precisamente, la de haberlo acogido, acompañado y acercardo al amor de Jesús (y no hizo). Pero él no lo sabía, ¿cómo podría…? 

Así que se dirigió a ellos sin saber si serían otros como él, que estaban allí después de encontrarse con la Peregrina abierta en medio de la noche; o simples turistas, quizás, aprovechando para admirar el estilo arquitectónico y sus obras de arte; o tan solamente un grupo vigilantes, cuidando de que nadie se propasase… 

No. No podía saber que era un grupo de jóvenes que tenía el propósito de evangelizar mediante su actitud acogedora. 

Por ello, fue él quien los evangelizó.
“¿Sabéis, Dios salvó a mi hijo?”. Ese hombre, que ayuna dos veces por semana en agradecimiento perpetuo a su Salvador, a su héroe, al Mesías, abrió su alma en canal y nos dio un testimonio difícilmente superable.
Por eso, ¿quién era aquel extraño? Pues un apóstol, un verdadero apóstol del Señor, que tenía el nombre de Jesús rápido en la boca, para lanzárselo como un dardo infalible al corazón de quien le quisiese escuchar. 

Es por cosas como ésta que “Una Luz en la Noche” es siempre una sorpresa, un misterio, un acto de confianza plena, donde hay que confiarse por completo en las manos del Espíritu Santo, a la espera de que Él decida qué regalo nos quiere dar en cada ocasión. Aún a riesgo de que a nosotros no nos guste del todo, o no lleguemos ni siquiera a apreciarlo.

La cosa me recuerda poderosamente a aquellas cartas que de niño le escribía por estas fechas de Adviento a los tres reyes magos de Oriente, diciendo cuáles eran mis preferencias para la mañana del 6 de enero. Luego, ese día, al desenvolver los paquetes no aparecía lo esperado, pero sí lo que más necesitaba. 

Pues ocurre exactamente lo mismo con los centinelas. Unos quieren intercesión. Otros acogida. Los menos quieren calle. Unos buscan dar testimonio. Otros prefieren escuchar el testimonio de los demás… Cada uno con su voluntad, tratando de anteponer su voluntad. Pero resulta que quien decide el regalo que nos va a ofrecer, sabe mejor que nosotros mismos lo que necesitamos. 

Como el pasado sábado, en Pontevedra, que pretendíamos evangelizar y fuimos evangelizados, que deseábamos llegar a apóstoles y se nos mostró la paz del que es discípulo…

¿Quién era aquel extraño? Un centinela de los que no necesitan carné para serlo, 24 horas al día y 365 días al año. ¡¡Cuánto nos queda por aprender!!

Alfonso Fernández




También te puede interesar