mandar vuestros testimonios!!! Es importante transmitir lo vivido”; y yo
primero pensé: “Buuf, qué pereza!”, pero después me di cuenta de lo egoísta que
estaba siendo y por eso, esto que estáis leyendo.
antes de que “sacaran a la luz” esta gran oportunidad. Javi nos había comentado
a mi hermana y a mí que se pensaba hacer algo de esto, pero que todavía no era
seguro; en ese momento mi hermana me miró sonriendo y yo le miré, pero menos
convencida, y cuando me di cuenta de que ella pensaba ir sí o sí a ese viaje
supe que yo también iría. Lo esperamos y lo preparamos mucho; el año, los
meses, se nos hacían eternos, unos meses tan intensos para ambas, un año tan
marcado, que tanto nos estaba haciendo madurar (y todavía lo que nos faltaba!).
Cuando llegó el verano ya no hablábamos de otra cosa y, cuando ya casi se
estaba acabando…por fin, había llegado!!
3 noches), ciudad del rey David (gran figura bíblica que siempre me había
gustado y ayudado mucho), y lugar al que solía acudir Jesús para las fiestas
judías y en donde acontecieron sus momentos más intensos: Pasión, Muerte y
Resurrección. Me impresionó mucho esta ciudad, toda llena de religiones,
culturas, gentes y lo que ello conlleva, sobre todo su vida nocturna, en la que
me encontré con la otra Jerusalén, y no precisamente la celeste.
cierto que allí anhelaba el silencio para poder entrar en oración y la
tranquilidad para adentrarme en aquellos misterios, incluso temí al principio
que estuviese haciendo algo mal, ya que la gente hablaba de grandes
experiencias vividas en Getsemaní, o rezando también en el Calvario o en Santo
Sepulcro, pero pronto me di cuenta de que ciertamente Jesús acudía a otros
lugares (lugares que posteriormente visitaríamos y en los que Dios me tenía
algo preparado) para encontrar la calma.
¡Qué alegría poder volver a sentir el amor tan grande que Dios me tiene, un amor tan grande que hasta se hace hombre, pequeño y humilde sólo por mí, y que cada día me da el regalo de nacer y permanecer en mi corazón!
En los demás días (en los que estuvimos
alojados en Nazaret) Dios no se quedó atrás en sorprenderme. Si tuviese que
escoger un lugar de todos a donde volver es ese, Nazaret, lugar de donde era
María y en donde se crió también Jesús. Ha sido muy especial para mí, ya que,
al igual que recordaba en cada momento, en cada lugar, cómo había ido creciendo
María, cómo había ido creciendo Jesús, recordaba también cómo fui creciendo yo
y mi fe.
redescubrir la Sagrada Familia de Nazaret (tan importante desde que era pequeña
en mi casa), la importancia y misión de cada uno y el ejemplo a seguir que
suponen en su conjunto, fue un gran regalo, tan grande como el que me dieron
mis padres, el don de la fe, algo que me nace desde muy dentro y por lo que ese
viaje y esos lugares tienen para mí un gran sentido. Visitar en aquellos días
el Monte de las Bienaventuranzas, el Monte Tabor, me ayudaron a volver a
descubrir la grandeza de Dios, a recordar que es Él realmente el Dios de mi
vida y darme ese don de la paz que desde hacía meses llevaba buscando.
Pero sin
duda, “lo bueno se hace esperar”, ya que en el último día, ahí en donde vivió
Jesús, en donde vivió Pedro, en donde Jesús llamó a sus discípulos, allí donde
ellos le respondieron y donde todos juntos compartieron fue donde experimenté
de verdad que estaba en Tierra Santa. Sentada en una roca, mojando los pies en
el Mar de Galilea (aquél mar en el que Él había hecho tanto), mirando aquél
cielo (que tanto miró Jesús también) y aquellas montañas (por las que seguro
subió para entrar en oración y olvidarse del mundo), sentí a Dios más cerca que
nunca, sentí más fuerte la alegría de ser de Cristo, y que el Credo, ya no era
una simple oración, sino mi vida. Repasé cada segundo vivido, cada
suceso, cada persona, y comprendí que realmente Dios es Padre, que realmente
María es Madre, y que realmente Jesús es Hermano, Amigo y todo lo que yo esté
dispuesta a aceptar. Al siguiente día iniciamos ya el camino de vuelta, pero
yo
sigo estando allí; en cada lugar, a través de su Palabra,
nuevamente y me recuerda lo afortunada que he sido de poder confirmar lo que
para mí es el pilar de mi vida.
para hacer desde los ojos de la fe, y con el oído muy abierto, y por eso hoy,
con estas palabras, y también para concluir con esto, le doy gracias a Dios por
haberme dado esa gracia, y espero que todos los que lo habéis leído podáis
disfrutar también de este inmenso regalo.