Estes cinco días de peregrinación fueron, y lo siguen siendo, la experiencia más bonita que jamás tuve en mi vida.
No se trata de ir a Lourdes solo para hacer turismo, si no para acompañar a aquellos que se quieren acercar a la Virgen para transmitirle amor.
No tiene precio la felicidad que se siente al ayudar a aquel que lo necesita, animar al que fracasa, y estar a disposición de cualquiera persona.
Cuando estas personas te dan las gracias, eso te queda en el Corazón, son fuerzas para seguir luchando contra cosas que nos parecen imposibles pero con la ayuda de todos nadie tienes limites, si no metas que alcanzar.
Como decía soy seminarista y estoy orgulloso de ello, le pedí al Señor que me diese un buen recuerdo y él me lo concedió. Ese recuerdo esta en mi corazón y me acuerdo día a día de cada momento en que ayudaba a aquel que lo necesitaba. La gente que me encontré en Lourdes es superamable, este es el tipo de gente de la que debería estar el mundo lleno.
Estoy orgulloso de mi labor en Lourdes, me comprometo a volver y sobre todo a sacarle una sonrisa a aquel que lo necesite.
Iago
