Hola me llamo Cristian y voy a contar mi testimonio.
En teoría es un testimonio más, de alguien más en el mundo, ya que no soy único, ni especial, ni famoso pero quisiera colaborar ofreciendo este testimonio a la Virgen María y pues ahí va.


Y por fín llegó este tercer año, tan esperado en el que tantas ganas tenía de verla a Ella otra vez. Quería decirle que la amo después de haberme retomado por el buen camino, después de pasar por grandes baches y altibajos en la vida. Pero esta vez quería sentirla de un modo diferente. Quería tenerla presente desde la vida de la Consagración. Sí, estaba claro que quería consagrar mi vida a ella. Quería consagrarme y dejarme llevar de su mano por su camino y su voluntad. Poco a poco me doy cuenta de cuánta importancia tiene este acto hacia ella.

Esa luz es tu Madre y las personas que se dirigen hacia la misma luz que tu y te hacen darte cuenta de que eres un granito de arena en una creación inmensa. Pero basta con ser un granito de arena para darte cuenta de la fe y el del camino que hay que seguir.

Por eso quiero dar las gracias a la Virgen, por cada uno de los jóvenes, diáconos, sacerdotes, monitores, responsables y limpieza que agrupan el nombre de Peregrinos. Ellos siguen el camino de Dios hacia la Virgen de Fátima acompañados todo el camino por su presencia.

En conclusión, Ella es tu Madre, quiérela toda tu vida. ¡Viva Fátima y Viva la Virgen!