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Me inscribí para ir a Fátima a última hora, con prisas y sin saber qué era exactamente lo que iba a vivir allí. Fui sin expectativas, pero Fátima no defraudó… Y me regaló momentos y personas que llevaré conmigo para siempre.
El primer día caminando hacia Fátima fue perfecto para conocer a mis compañeros de grupo. Siento que cada uno de ellos me enseñó algo diferente, cada conversación que tuvimos tuvo un impacto sobre mí, y eso me hizo recordar que nunca sabemos qué impacto pueden tener nuestras palabras sobre los demás y por eso no debemos tener vergüenza ni miedo a dar testimonio y hablar de Dios.
La caminata del primer día también la necesitaba para desconectar de las tareas del día a día, reflexionar y rezar. Después de horas caminando, llegó uno de los momentos más emocionantes, la entrada a Fátima y el camino a la capelinha, donde nos recibieron cientos de familias y donde nos esperaba la Virgen. Fue increíble poder llegar ante Ella y presentarle todo lo que llevaba dentro de mí.
¡Durante el resto de días de la peregrinación no paramos! Hubo muchas sorpresas, mucho baile, juegos, charlas, oración y momentos para compartir testimonios y pensamientos entre grupos, lo cual me gustó especialmente, porque me hizo darme cuenta de que no estoy sola, que juntos nadamos a contracorriente, y quizás apoyándonos unos a otros y luchando todos juntos logremos cambiar el sentido de la corriente. Fue realmente emocionante poder conocer a cientos de jóvenes que sienten ese amor por Dios y por la Virgen y lo comparten con todos aquellos que les rodean, cada uno a su manera.
Ir a Fátima fue lo mejor que podía haber hecho en carnavales y sin duda volveré el año que viene. Ese ambiente de paz, alegría y amor me lo quiero llevar a casa para que mis amigos y mi familia puedan sentir lo que yo sentí en Fátima.
Elena Fernández.