¿Te perdiste la homilía de Don Julián en la misa de desagravio?

por Depasxuventude
Os dejamos a continuación la homilía que el pasado viernes nos transmitió Don Julián con motivo de la misa de desagravio que tuvo lugar en la capilla universitaria. Te animamos a leerla porque fue muy buena:

“¡Gracias a todos por vuestra participación en esta celebración! Nos hemos reunido para cantar las misericordias del Señor. En la solemnidad del Corazón de Jesús “símbolo de la fe cristiana”, realidad significativa, particularmente apreciada por nuestro pueblo, expresamos con sencillez y autenticidad la “buena noticia” del Amor de Dios. Precisamente a través del Corazón de Jesús se manifestó el Amor infinito de Dios hacia la humanidad. Un buen pastor se preocupa de todo el rebaño por igual, pero el Buen Pastor deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida pensando en el peligro que la amenaza. Este ha de ser nuestro espíritu aunque nos salga el decir que reciban un castigo quienes nos han realizado este mal moral. ¡No sabéis de qué espíritu sois!, le dice el Señor a Santiago el Mayor. Para Dios no es indiferente si algunas personas se pierden aunque se salve el mayor número. Para Él somos importantes cada uno de nosotros como destinatarios de su amor. También cuentan en su plan de salvación quienes han realizado esta profanación que tanto nos duele. No sospechamos cuanto nos ama Dios. “Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores”. Las ovejas cuando vuelven al redil, se dan cuenta de lo preciosas que son para el Pastor y cuanto le deben. “Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas”, dice el Señor. 

Celebrar el Corazón de Jesús significa dirigirse hacia el centro íntimo de la Persona del Salvador, su corazón, sede del amor que redimió al mundo. Debemos tener los mismos sentimientos de Cristo. Sólo la contemplación personal de Cristo puede hacer sentir “el misterio de aquel Corazón divino, en el que late el amor divino e infinito de Dios por el hombre, por todo hombre, por cada uno de nosotros”. Cristo siempre está dormido para castigar y siempre despierto para perdonar. Por eso cantamos sus misericordias. 
Esta solemnidad nos invita a consolar al Corazón de Jesús con pequeños gestos de amor y sacrificios por parte nuestra, ante la ingratitud y desprecio que recibe; e imitarlo en las virtudes de humildad, mansedumbre, caridad y misericordia. 
El Corazón de Jesús es fuente de vida, de luz, de santidad y de misericordia, y nos revela el amor del Padre, descubriendo la riqueza divina, el poder de su gracia y la llamada de Dios. “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. En ese Corazón de Jesús encontramos descanso para nuestras fatigas, alivios para nuestros dolores, remedios para nuestras enfermedades interiores, y capacidad para cargar con el yugo de Cristo en nuestra vida. Y si nuestro corazón no funciona y no ama, tengamos la confianza de pedir a Jesús un trasplante de corazón, diciéndole: “Jesús, toma mi corazón; dame el Tuyo”. 
Cristo está a las puertas: si le abrimos, entra dentro de nosotros. “Si uno me ama, el Padre mío lo amará y vendremos a él y haremos morada en él”. El Corazón de Cristo nos llama a perdonar como El perdonó, a obedecer como El obedeció, a sufrir como El sufrió, a amar como El amó. Nuestra misión es hacer pasar el amor de Dios a los demás. “Junto al Corazón de Cristo, el corazón humano aprende a conocer el auténtico y único sentido de la vida y de su propio destino, a unir el amor filial a Dios con el amor al prójimo. De este modo limpiando las ruinas acumuladas por el odio y la violencia podrá edificarse la civilización del Corazón de Cristo que es manantial inagotable de vida eterna, prenda de esperanza para todo hombre”. 
Cada uno de nosotros, en sus momentos de silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo. Renovemos nuestra devoción al Corazón de Cristo. “Que la unión con el Corazón de Jesús sea para todos fuente de santidad y de eficaz acción apostólica”. Somos personas sedientas de la misericordia de Dios, que en el Corazón de Jesús encuentran la fuente inagotable, en la que pueden sacar el agua de la Vida, capaz de regar los desiertos del alma y de hacer que vuelva a florecer la esperanza. ¡Cantaré eternamente las misericordias del Señor!”

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