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Entre los días 1 y 4 de este mes de noviembre se celebró en Valencia el I Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, organizado por la Conferencia Episcopal Española, bajo el lema “También vosotros daréis testimonio”, y al que asistieron alrededor de 2.300 representantes de todas las diócesis de España, junto a muchos de nuestros obispos.
Tuve la oportunidad de participar con la delegación de la Diócesis de Santiago y tengo que dar gracias a Dios por habérmelo permitido. Ha sido una experiencia muy gratificante y resultó muy interesante que cada uno de nosotros pudiese compartir con los demás miembros de la Iglesia allí representados sus experiencias y trabajos en la pastoral juvenil, para poder renovar, actualizar y poner en práctica nuevas formas de apostolado, nuevas formas de llevar a Cristo a los demás.
También se llevaron a cabo talleres prácticos de evangelización en la calle. Yo participé en el taller denominado “Una luz en la noche” y formaba parte de una iniciativa de “Sentinelle del Mattino” (actividad que se inició en Italia en 2002). Tanto el breve curso de preparación al que asistimos como la experiencia de evangelización en la calle, me impresionaron mucho: la forma de anunciar que Jesús está vivo hoy y de invitar a encontrarse con Él, tan directa y explícita, el día y el momento elegido para hacerlo (sábado noche), el gran compromiso e implicación que muestran todos los centinelas, el ambiente en la Iglesia (realmente se podía sentir que Jesús estaba allí presente y vivo) y muchos aspectos más. Ese sábado-noche que salí a evangelizar a la calle, realmente pensaba que la gente no me iba a hacer caso y que se iba a reír de mí cada vez que yo le propusiese entrar en la Iglesia a encontrarse con Jesús, a pesar de que el Padre Andrea y los demás centinelas nos repitiesen una y otra vez que esto realmente funcionaba, que no éramos nosotros los que invitábamos a las personas sino que era directamente Jesús, yo cada vez que invitaba a alguien seguía pensando que no iba a funcionar. Sin embargo, cuando terminé mi labor en la calle y volví a la Iglesia, estaba tan llena de gente que no tuve ni sitio para sentarme, incluso pude distinguir a una pareja a la que yo había invitado y en ese momento, sentí que verdaderamente Jesús estaba vivo y estaba presente en ese lugar, y me dijo: “¿Has visto lo que he hecho, mujer de poca fe?”. Esa noche, tal y como había dicho el Padre Andrea, cambió mi mentalidad como apóstol de Jesús.
Por último, todos los que viajamos a Valencia no podemos dejar de agradecer la importante e imprescindible labor de los voluntarios, que hicieron todo lo posible para que nos sintiéramos como en casa y sin ellos este congreso no habría sido posible.
La delegación de Pastoral juvenil de nuestra Diócesis estuvo presente en el Congreso Nacional de Pastoral Juvenil que se celebró en Valencia. Ahora y después de descansar de los días tan intensos que vivieron, comparten con nosotros lo vivido. Laura Ruíz pone voz a todos los jóvenes y agentes pastorales que asistieron. Como refleja la foto son también momentos de cercanía con nuestros pastores.

Tuve la oportunidad de participar con la delegación de la Diócesis de Santiago y tengo que dar gracias a Dios por habérmelo permitido. Ha sido una experiencia muy gratificante y resultó muy interesante que cada uno de nosotros pudiese compartir con los demás miembros de la Iglesia allí representados sus experiencias y trabajos en la pastoral juvenil, para poder renovar, actualizar y poner en práctica nuevas formas de apostolado, nuevas formas de llevar a Cristo a los demás.
Durante el congreso se realizaron tres ponencias. Me quedo con la de Mons. D. José Ignacio Munilla (Obispo de San Sebastián) sobre el tema “La evangelización de los jóvenes ante la emergencia afectiva”. Creo que trató un tema que afecta especialmente a la realidad y al día a día de los jóvenes de una forma clara y concisa, además no sólo expuso problemas sino que también aportó soluciones.

Otras actividades que también ayudaron a crear un ambiente de sana alegría, de camaradería, de confraternidad y de compartir fueron el concierto de Cadena 100, donde cada participante nos hizo cantar y bailar, haciendo saber al resto de la ciudad de Valencia que nosotros, ese mogollón de gente en la plaza de la Virgen de los Desamparados, estábamos allí por Él; y el musical Alma, que nos mostró que sólo podemos encontrar la felicidad siguiendo Su camino y que aunque nos equivoquemos y cojamos otra senda siempre podemos volver, porque Él siempre está dispuesto a acogernos.
También tuve la suerte de poder asistir a una oración dirigida por la comunidad de Taizé en la Iglesia de Santa Catalina y recordar y revivir la estupenda experiencia que supuso haber viajado este verano con el grupo de la Delegación Pastoral de Infancia y Juventud de la diócesis de Santiago a ese pequeño, pero mágico y ecuménico pueblo francés.
Por último, todos los que viajamos a Valencia no podemos dejar de agradecer la importante e imprescindible labor de los voluntarios, que hicieron todo lo posible para que nos sintiéramos como en casa y sin ellos este congreso no habría sido posible.
Ahora nos queda compartir, en nuestra Diócesis, en nuestras parroquias, en nuestra realidad cotidiana, lo que hemos visto y oído, lo que hemos vivido, tratando de aplicar lo aprendido y sentido para así hacer realidad los objetivos de este congreso.
Laura Ruíz
A Coruña
A Coruña