
Ayer nos reunimos todos sus amigos para vivir con ella la alegría de su vocación porque dentro de una semana Marita entrará en el convento de Clarisas de Cantalapiedra en Salamanca. Fue una tarde completa, donde todos aquellos que habíamos compartido su amistad, nos reunimos para celebrar esta gran noticia. Será la penúltima, como dijo D. Julián, muchas han sido las vocaciones que han partido de nuestra diócesis -no sólo a la vida contemplativa- y muchas otras seguirán surgiendo. Dios está siendo generoso con su pueblo.
Durante las vísperas, en el Palacio Arzobispal, D. Julián agradeció a Dios por esta vocación y realizó la oración de envío de Marita al convento de las Clarisas, cuya Abadesa es también gallega.
Si Marita escribiera esta crónica la terminaría diciendo: ¡Manos arriba esto es… UNA BENDICIÓN! Marita ha sido una bendición para todos nosotros y ahora la bendición aumenta.
La presencia de la hermana Glenda fue todo un regalo para Marita
Publicado en: www.pastoralsantiago.org