Retiro de Emaús Galicia para Mujeres: 25-27 Enero 2019

por Natanael

La Parroquia de San Francisco de Asís te invita a vivir un Retiro de Emaús para mujeres mayores de 25 años:

https://boaxente.org/2018/11/26/franciscanos-coruna-te-propone-vivir-emaus-descubriras-a-alguien-que-te-quiere-con-locura-2/

puedes inscribirte en este enlace: RETIRO DE EMAUS.


*  ¿Qué son los retiros de Emaús? | Alfa y Omega

  • Retiros de Emaús: “un primer encuentro con la persona de …


    ¿Qué es un Retiro de Emaús?

    Los Retiros de Emaús no los organiza ninguna congregación religiosa
    sino que son retiros pensados para todo el mundo, promovidos por nuestra
    parroquia de San Francisco de Asís de A Coruña, acompañados por la
    parroquia de San Sebastián de Barcelona para con las mujeres, y por la
    parroquia de Sta María de Cané en Pozuelo para con los hombres.
    No se trata de unos ejercicios espirituales como tales, ni siquiera
    es un retiro convencional. Es un “camino” de un fin de semana basado en
    la lectura del Evangelio según S. Lucas 24:13-35, que narra el camino de
    los discípulos de Emaús. Está preparado por laicos y para laicos, bajo
    la supervisión del sacerdote responsable del retiro. Al estar
    desarrollado por laicos “facilita” la participación de aquellas personas
    más alejadas de la Iglesia, a las que sería difícil implicar en unos
    ejercicios espirituales al uso. Hay charlas, oración, compartir de
    grupo, música, interiorización y testimonios de fe de personas laicas
    que nos demuestran como su vida se ha ido transformando. Estos retiros
    se hacen una sola vez en la vida (como caminantes).
    Objetivo
    Tener una cita personal e íntima con el Amor de Dios.
    Vivir una experiencia que cambiará la vida de los participantes para siempre.
    Rango de edad
    Habitualmente, a partir de los 25 años.

    ¿Cuándo?

    Los retiros de este curso son:
    Mujeres

    • 25 al 17 de enero de 2019

    Hombres

    • Previsto para fin de 2019

    ¿Qué son los retiros de Emaús?

    Los Retiros de Emaús están basados en el pasaje bíblico del evangelio
    según San Lucas, capítulo 24, versículos 13-35, donde dos discípulos se
    dirigían a un pueblo llamado Emaús, cerca de Jerusalén. Por el camino
    van hablando de todo lo que había pasado en Jerusalén. Mientras
    hablaban, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos, pero no
    le conocieron. Al caer la noche Jesús hizo como que iba a seguir
    adelante, pero ellos le invitaron a quedarse, cuando ya estaban sentados
    en la mesa, tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios,
    lo partió y se los dio. En ese momento se les abrieron los ojos y
    reconocieron a Jesús que él había resucitado.
    Los Retiros de Emaús nacieron en Miami hace 35 años y están en España
    desde el 2009- Estos Retiros están aprobados por la Iglesia. Los
    primeros retiros se organizaron en Madrid, convocados por la Parroquia
    de San Germán, y se siguen organizando tanto de mujeres como de hombres.
    Además están también en la parroquia de Santa María de Caná, y en la
    parroquia de San José de Pinto (diócesis de Getafe). Actualmente, en
    Barcelona también se organizan desde dos parroquias tanto de hombres
    como mujeres.
    Se trata de una cita personal e íntima con el Amor de Dios. A lo largo del fin de semana, los caminantes, (personas que hacen el retiro), se encuentran con EL,
    descubren el Inmenso Amor que tiene a cada uno de ellos, perciben en
    sus almas Su Presencia, el extraordinario Don de sus vidas, y al
    reconocerle, el corazón arde en ascuas por Cristo que les dice: Tú eres mi amado”
    Esta es una experiencia que cambiará tu vida para siempre, como ha
    cambiado la de tanta gente. Emaús es, en verdad, un regalo que uno se
    hace.
    Los que han participado son tocados de una manera especial por el
    Amor de Dios y han recibido una fuerte efusión del Espíritu Santo.
    Muchos de los que asisten a los Retiros de Emaús están alejados de la
    Iglesia o su fe es muy tibia. Sus conversiones son espectaculares. Para
    los que tienen una fe viva supone una reafirmación de sus creencias y un
    vuelco en su vida espiritual.

    ¿Quién puede hacer el retiro?

    Por ello cualquier persona puede hacer el Retiro, no importa al grupo
    que pertenezca. Es habitual encontrar gente de diversos carismas o que
    no pertenecen a ningún movimiento. Acuden también muchas personas que
    están alejados de la Iglesia. Emaús provoca un cambio muy profundo en la
    vida de cada uno. Es importante que los sacerdotes lo hagan si desean
    llevarlo a sus parroquias, y puedan invitar posteriormente a personas
    que necesitan encontrar a Dios, o reencontrarse con ÉL.

    ¿Puedo repetir?

    Estos retiros se hacen una sola vez en la vida (como caminante).
    Tras el retiro, puedes ser servidor en los siguientes, ayudando a otros
    en la experiencia que tú has tenido. La parroquia fija las fechas para
    los retiros, coordinando hombres y mujeres (Normalmente dos retiros al
    año para hombres y dos para mujeres).
    El caminante cuando deja su parroquia (Jerusalén) siente que se
    embarca en una peregrinación a Emaús y en el camino se encuentra con Jesús, pero al principio no le reconocen. Como los discípulos en el camino se vaciaron contándole a Jesús “todas las cosas que pasaron esos días.”
    En el retiro los caminantes se vacían totalmente, le entregan a Jesús
    todo lo que han pasado en sus vidas en su propia peregrinación. Jesús
    escucha y seguidamente les ofrece la Eucaristía, en ese momento es
    cuando lo reconocen: cuando parte el pan. Los discípulos se levantan e
    inmediatamente regresan a Jerusalén a darle a otros la Buena Nueva, que Jesús está vivo y con nosotros. Y eso mismo es lo que van a hacer los caminantes.
    Una vez finalizado el retiro, (algunos caminantes dicen que vinieron
    casi obligados, o escépticos) dan gracias a Dios por lo que hizo en sus
    vidas ese fin de semana y ahora desean compartir con sus familias todo
    lo que han recibido. La consecuencia lógica, es la implicación de los
    caminantes en las diferentes actividades de su parroquia (aconsejados
    por el párroco o sacerdote encargado del retiro) que sabe dónde y en qué
    momento se encuentra cada cual para formar parte activa de la
    comunidad, para llevar ese Espíritu que Dios nos acaba de dar a través de Emaús a
    los grupos existentes. De esta forma se revitaliza la vida de las
    parroquias donde se ubica Emaús, al integrar y recoger en las mismas, el
    ímpetu apasionado de estas personas, que desean transmitir y compartir
    su encuentro con Cristo. Hermano, Amigo y Señor.

    El Papa Francisco sobre Emaús…

    – En el encuentro con el episcopado brasileño (Arzobispado de Río de Janeiro, Sábado 27 de julio de 2013): El icono de Emaús como clave de lectura del presente y del futuro.
    Es el misterio difícil de quien abandona la Iglesia; de aquellos que, tras haberse dejado seducir por otras propuestas, creen
    que la Iglesia —su Jerusalén— ya no puede ofrecer algo significativo e
    importante. Y, entonces, van solos por el camino con su propia
    desilusión. Tal vez la Iglesia se ha mostrado demasiado débil, demasiado
    lejana de sus necesidades, demasiado pobre para responder a sus
    inquietudes, demasiado fría para con ellos, demasiado autorreferencial,
    prisionera de su propio lenguaje rígido; tal vez el mundo parece haber
    convertido a la Iglesia en una reliquia del pasado, insuficiente para
    las nuevas cuestiones; quizás la Iglesia tenía respuestas para la
    infancia del hombre, pero no para su edad adulta. El hecho es que
    actualmente hay muchos como los dos discípulos de Emaús; no sólo los que
    buscan respuestas en los nuevos y difusos grupos religiosos, sino
    también aquellos que parecen vivir ya sin Dios.

    Hace falta una Iglesia que no tenga miedo a entrar en la noche de
    ellos. Necesitamos una Iglesia capaz de encontrarlos en su camino.
    Necesitamos una Iglesia capaz de entrar en su conversación. Necesitamos
    una Iglesia que sepa dialogar con aquellos discípulos que, huyendo de
    Jerusalén, vagan sin una meta, solos, con su propio desencanto, con la
    decepción de un cristianismo considerado ya estéril, infecundo.

    La globalización implacable y la intensa urbanización, a menudo
    salvajes, prometían mucho. Muchos se han enamorado de sus posibilidades,
    y en ellas hay algo realmente positivo, como por ejemplo, la
    disminución de las distancias, el acercamiento entre las personas y
    culturas, la difusión de la información y los servicios. Pero, por otro
    lado, muchos vivencian sus efectos negativos sin darse cuenta de cómo
    ellos comprometen su visión del hombre y del mundo, generando más
    desorientación y un vacío que no logran explicar. Algunos de estos
    efectos son la confusión del sentido de la vida, la desintegración
    personal, la pérdida de la experiencia de pertenecer a un “nido”, la
    falta de hogar y vínculos profundos.
    Y como no hay quien los acompañe y muestre con su vida el
    verdadero camino, muchos han buscado atajos, porque la «medida» de la
    gran Iglesia parece demasiado alta. Hay aun los que reconocen el ideal
    del hombre y de la vida propuesto por la Iglesia, pero no se atreven a
    abrazarlo. Piensan que el ideal es demasiado grande para ellos, está
    fuera de sus posibilidades, la meta a perseguir es inalcanzable. Sin
    embargo, no pueden vivir sin tener al menos algo, aunque sea una
    caricatura, de eso que les parece demasiado alto y lejano. Con la
    desilusión en el corazón, van en busca de algo que les ilusione de nuevo
    o se resignan a una adhesión parcial, que en definitiva no alcanza a
    dar plenitud a sus vidas.

    La sensación de abandono y soledad, de no pertenecerse ni siquiera a
    sí mismos, que surge a menudo en esta situación, es demasiado dolorosa
    para acallarla. Hace falta un desahogo y, entonces, queda la vía del
    lamento. Pero incluso el lamento se convierte a su vez en un boomerang que
    vuelve y termina por aumentar la infelicidad. Hay pocos que todavía
    saben escuchar el dolor; al menos, hay que anestesiarlo. Ante este
    panorama hace falta una Iglesia capaz de acompañar, de ir más allá del
    mero escuchar; una Iglesia que acompañe en el camino poniéndose en
    marcha con la gente; una Iglesia que pueda descifrar esa noche que
    entraña la fuga de Jerusalén de tantos hermanos y hermanas; una Iglesia
    que se dé cuenta de que las razones por las que hay gente que se aleja,
    contienen ya en sí mismas también los motivos para un posible retorno,
    pero es necesario saber leer el todo con valentía. Jesús le dio calor al
    corazón de los discípulos de Emaús.

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