Con este evangelio de hoy comienza un largo discurso de Jesús que conocemos como el “dicurso del Pan de Vida” en el que explica el sentido profundo del signo que había hecho el día anterior: multiplicar los panes y los peces. Claro, la gente le busca, quiere más. Quiere volver a experimentarlo. Y no hay nada de malo en eso. Así es como nacen los ritos, en el fondo. Así es como el simple compartir el pan en torno a una mesa, termina convirtiéndose en la Eucaristía, porque queremos repetir, actualizar, volver a experimentar – y lo hacemos – lo que ocurrió el Jueves Santo. Pero Jesús sabe que muchas veces no llega con eso, que no basta simplemente con querer repetir experiencias, con hacer cosas… sino en convertirlas en ·”trampolines” que nos empujen hacia Él. Por eso termina diciendo que no se trata de _hacer_, sino de _creer_. De poner la vida en sus manos.
Te propongo 3 preguntas:
– ¿Qué experiencia con Jesús te ha tocado más? ¿Cómo te ha cambiado la vida?
– ¿Por qué buscas a Jesús (si es que lo haces)?
– ¿Haces “cosas de Dios”, así a secas o hay algo más?