Este viaje ha sido una experiencia impresionante. Creo que una de las mejores de mi vida.
La propuesta del viaje llegó de forma inesperada y de forma más inesperada todavía pude arreglar todo para poder ir. Estaba claro que este viaje estaba pensado para mí y había que disfrutarlo al máximo.
Desde los primeros días en Costa Rica hasta los últimos momentos en Panamá City la presencia de Dios era tan grande que nadie podría dudar que EL estaba cuidando de nosotros.
El viaje comenzó en Madrid dónde tomamos el avión para dirigimos hacia San José, Costa Rica. Allí nos esperaban unos días muy agradables para conocer su cultura, sus comidas, sus gentes y sus paisajes. Los ticos (que así es como se llama la gente que vive en Costa Rica) nos dieron una gran acogida y nos demostraron que la fe es una alegría que hay que vivir. Fueron unos días de mucho disfrute en los que pudimos conocernos entre todos los españoles y formar una gran familia.
El 16 de enero cogimos un bus y nos dirigimos hacia Panamá. Nuestra primera parada fue Chiriquí, una región mayoritariamente agrícola que nos demostró que no hace falta tener mucho para entregarlo todo. Si vuelvo a ver los vídeos del día que llegamos a la parroquia el corazón me sigue dando un vuelco. Cuando llegamos, toda la parroquia nos recibió con bailes, tambores, aplausos, gritos, trajes regionales y hasta fuegos artificiales.
Y eso era solo el comienzo, las familias y los jóvenes de la parroquia se volcaron con nosotros, nos enseñaron a cuidar de la creación y a rezar a través de ella. Nos demostraron que la fe está llena de vida, de colores, de bailes y de la alegría que Dios te da.
Tras los días en las diócesis, nos fuimos a Panamá para disfrutar de la JMJ. Allí pudimos disfrutar de una iglesia joven: más de medio millón de jóvenes reunidos por el mismo motivo. Fueron unos días de mucha bendición y mucho aprendizaje impregnados por el carácter de los panameños siempre tan desenfadado y original.
Si tengo que destacar un momento destacaría dos, las palabras del Papa y el silencio sepulcral que se produjo en la vigilia del sábado. ¡Fue impresionante!
Ahora toca dar infinitas gracias por lo vivido, rezar por el pueblo panameño y como dijo el Papa abrazar todo lo que queramos que sea transformado.