No hay cosas finitas que llenen un corazón infinito. REGALO DE TESTIMONIO en FÁTIMA ´20

por Depasxuventude
Dios actúa enormemente con los jóvenes de nuestra Diócesis y este año en Fátima pudimos escuchar el testimonio de Pina, una de nuestras jóvenes universitarias. No ha hecho el regalo de poner por escrito lo que contó ante todos los jóvenes de la peregrinación así que no te lo pierdas porque verdaderamente toca el corazón: 

Mi nombre es Giuseppina Maniscalco soy de Venezuela y me mude a España hace dos años y medio aproximadamente. 


En primer lugar decir que me crié en una familia católica, estudié en un colegio católico y, por no decir todas las personas que me rodeaba eran católicas.

En el Mater Salvatoris (el colegio en el que estudié) participaba en algo que se llamaba la Congregación Mariana (es un grupo de jóvenes que se reunen para hablar sobre Dios, la Virgen y en las que se hacen diferentes actividades para llevar una vida mas plena y estar más cerca del señor), este grupo era mi refugio, me sentía yo misma. En mi colegio siempre me dijeron que lo difícil no era encontrar a Dios en él, sino fuera; si lo quería en mi vida tenía que buscarlo por mi cuenta.

Cuando me fui a España sentía que tenía una “ventaja” ya que gran parte de mi familia también se fue incluyendo a una de mis mejores amigas (fue a estudiar en Santiago de Compostela, igual que yo); era una de las cosas que me tenía más tranquila.

Yo sabía que iba a ser difícil mantener la fe que estaba llevando en Venezuela, pero cuando llegue fue mucho más complicado de lo que yo pensaba.

Mis primeros dos años de carrera tuve que viajar de Santiago a Coruña y realmente me enfoque y refugie en otras cosas, fue muy duro mantener a Dios y a la Virgen en mi vida; mi grupo de la Universidad no comparten mis creencias y esto lo hizo aún más difícil.

Esos años sentí un vacío tan grande que simplemente no sabía cómo llenarlo, sentía que todo lo hacía por hacer, no le daba ningún tipo de sentido a mi vida, los días pasaban y me daban totalmente igual. En algunas ocasiones intentaba de pensar las conversaciones que había tenido con las monjas o con mis amigas de mi colegio, pero era tan difícil que me daba miedo perder mi esencia, sabía que necesitaba a la Virgen y a Dios, pero no los podía escuchar, no sabía que hacer …. BUSQUE MI REFUGIO EN OTRAS COSAS.

La chica mencionada anteriormente siempre me decía que tenía que conocer a un grupo de jóvenes en Santiago que hacían unas cenas llamadas Alpha y además se reunían los miércoles en la capilla para rezar, tener misa, exposición al Santísimo, etc.

Un día me acerque a la capilla y desde ese momento en la exposición al Santísimo comencé a llorar muchísimo y al principio no entendí que me pasaba, pero cuando ví a mi alrededor, la estatua de la Virgen, al Santísimo expuesto, cada una de las personas que estaban en ese lugar, me llene de tanta alegría y de tanta paz que sabía que tenía que volver a ir y quedarme en ese grupo tan increíble que Dios puso en mi camino; era mi nueva casa, mi nueva familia. Son los que me mantienen en todo momento cerca de Dios y la Virgen y eso para mi es lo más importante.

No hay cosas finitas que llenen un corazón infinito.



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