Esta era la segunda vez que peregrinaba a Fátima con JRC, y al igual que la primera vez, la Virgen no ha defraudado. Han sido unos días de mucha bendición. Le estoy muy agradecido a Nuestra Madre que me haya permitido volver dos años después.
Me tocó formar parte del grupo 39, el mejor sin duda, todos los miembros eran geniales, compartían sus inquietudes y cada uno se fue abriendo a medida que pasaban los días. Nos marcó mucho la actitud de Juan, un chico con parálisis cerebral que se sabía todas las canciones de alabanza, y su hermana Inés, entregada al cuidado de su hermano y muy contenta de poder vivir esta peregrinación junto a él. El sacerdote del grupo era un auténtico crack, pude confesarme con él y vivir así la experiencia al 100%, ya que según este, si no te confesabas esos días, te perdías el 60%. Y María nuestra madre quería que descansáramos en su inmaculado corazón y dejarle a Él sanar el nuestro.
Después de la caminata llegamos a la capelinha y la Virgen nos recibió con un cielo precioso. Tuvimos una misa que me gustó mucho, sobre todo la parte que dijo el sacerdote de ser alegres y llevar alegría a los demás, me propuse hacerlo y no quejarme del cansancio ni de dormir mal esa peregrinación, y para mí sorpresa pude conciliar el sueño a pesar de los ronquidos de mis compañeros. Para terminar el día tuvimos una velada divertidísima, donde los gallegos lo dimos todo.
Al día siguiente visitamos los sitios donde se apareció el ángel de Portugal a los pastorcitos y una de las apariciones de María. Por la tarde participé en una pequeña actuación para las columnas más jóvenes y me quedé al tema de Javi cura, nunca lo había escuchado, y me encantó. Los testimonios estuvieron geniales, ayudan mucho a conectar más con el mensaje de la charla. Por la tarde tuvimos reunión de grupos para compartir y hablar sobre el tema de ese día, luego celebramos la santa misa en la capelinha y a la noche tuvimos la vigilia. Me gustó un montón, el sacerdote era muy enrollado y simpático, te partías con él. Pude hablar con compañeros sobre el mensaje de la vigilia, y me conmovió descubrir que algunos reconocían que empezaban a plantearse más en serio las vocaciones.
El lunes rezamos el Vía Crucis por un monte de olivos, fue un momento muy emotivo, en la última estación una chica que conocía de dos días me abrazó llorando, decía que llevaba así desde que llegó a Fátima y no sabía porqué, le dije que no se preocupase, que era algo bueno, que la Virgen y el Espíritu Santo le estaban dando un abrazo a su corazón, que llorase todo lo que quisiera. Es increíble ver y sentir a nuestra madre querida ganar nuestros corazones para Él. Por la tarde tuvimos tiempo libre hasta la misa de grupos de procedencia, en la cual Alicia, una chica muy valiente, se consagró a la Virgen, y otros fieles renovaron su compromiso con Ella. Después se rezó el rosario y tuvo lugar la procesión, momento en el que mi madre del cielo me concedió un hermoso regalo. Pude ser uno de sus portadores en la procesión de la explanada, me sentí tremendamente afortunado, mi corazón se llenó de alegría. Para cerrar este gran día tuvimos la última velada, lo pasamos en grande y tuvimos un ratito de adoración ante el Santísimo, donde agradecimos todo lo vivido esos días.
Tocó el turno de despedirnos. Mucha emoción, gente abrazándose y llorando, con ganas de que aquello no terminase. Pero había que volver a casa y comenzar la cuaresma, así que nos subimos al bus y le dijimos un hasta luego a María, porque tenemos intención de volver el año que viene. Esta peregrinación me ha mostrado una vez más que ser un joven cristiano en medio de esta sociedad en la que vivimos es posible, que no estamos solos, que merece mucho la pena y que mi madre María y su hijo Jesús nunca me dejarán.
Martín