Esta Semana Santa, jóvenes de distintos lugares se han unido para participar en el Camino de Santiago organizado por la Delegación de Infancia y Juventud de la diócesis. Ellos mismos expresan cómo lo han vivido:
“Este camino de Santiago me ha servido para enfrentarme a los miedos y las ganas de salir corriendo ignorando al resto. He podido ver como, a través de preocuparse por los demás, se puede vivir intensamente la fe. Dios no sólo tiene un regalo para ti en cada persona, sino que tú también puedes ser un regalo para los demás. He visto la importancia de la comunidad y los amigos, he podido vivir la alegría de la pascua y darme cuenta de la suerte que tengo de poder compartir mi fe con mi familia“.
David
“Nunca me hubiera imaginado lo que el Señor tenía preparado para mí en este camino a Santiago en su Pascua. Empecé dudando, pero finalmente dije “sí”. ¡Ese confiar por Jesús transformó lo duro del camino en gozo! Ahora, a seguir tras los pasos del Apóstol para anunciar que ¡Jesús con nosotros vivo está!”
Maru
“Para mí el camino ha sido una manera de pasar la semana Santa de una manera más sana y que me ayudará a mejorar mi relación con Jesús. Este año lo hice por segunda vez y pensaba que no iba a ser muy diferente del anterior. Cual fue mi sorpresa al ver que notaba a Jesús mucho más cerca que nunca y era un apoyo sentir como estaba a mi lado en los momentos de cansancio. Lo mejor fue cuando llegamos a Santiago y pudimos entrar en la tumba del apóstol, uno de los mejores amigos de Jesús. Ánimo a todas las personas que se quieran apuntar ,ya que es una experiencia inolvidable y súper recomendable”.
Sara
“Vivir mi primer Camino de Santiago en Semana Santa ha sido toda una bendición. Hacer camino en estos días fue una hermosa manera de contemplar lo mucho que Jesús nos ama y este gran misterio de su amor. Él se hizo presente en cada comida compartida, en cada momento de oración, en las celebraciones, en el descanso, en el empujón de un compañero en medio del cansancio, en las palabras de aliento. Estoy muy agradecida de haber podido vivir esta experiencia y haberla compartido con gente tan linda”.
Coti.
“Esta fue la segunda vez que hice el camino y, la verdad es que, por mucho que sepas ya lo que te espera, el Señor siempre me sorprende con algún detalle. Este año acababa de pasar por un momento de debilidad y noté que lo necesitaba, necesitaba pasar una semana en la que me sintiese más cerca de Jesús y poder acompañarle en ese momento de sufrimiento por amor. Durante esta semana hubo etapas más difíciles que otras, con más cuestas, menos cuestas… Pero en esos momentos de debilidad en los que no puedes más, siempre hay alguien que estaba dispuesto a ayudarte y a hacerte más ameno el camino, con canciones, conversaciones o simplemente dándote ese pequeño empujón en esa cuesta cuando no puedes más. Este camino me ha enseñado mucho. Después de distintas charlas analizando lo que nos ha dicho el Papa este año, he comprendido lo importante que es ponerse en camino, estar siempre dispuestos a servir por amor, a compartir esos dones que nos ha dado Dios, porque son un regalo y es muy importante compartirlo y todo esto acaba dando sus frutos”.
Jimena
“Siempre he pensado que me cuesta mucho poder ver a Dios en los pequeños detalles del día a día. Y sin embargo, durante los días que ha durado el camino, he sido capaz de verlo constantemente: en los paisajes, los gestos de amor entre las personas, las canciones, el servicio a los demás…. Admirar su grandeza en su mayor momento de pequeñez, mientras daba su vida por cada uno de nosotros, y poder compartir toda la Semana Santa con personas maravillosas ha sido un regalazo. Doy muchísimas gracias a Dios por haberla podido vivir así, poniendo a Jesús como el protagonista, peregrinando hacia uno de sus mejores amigos, y sufriendo un poco con él durante el camino (sobre todo el día de los 31 km jajaja)“
Nazaret
“Doy gracias a Dios por la oportunidad de hacer el camino con la Delegación pastoral juvenil de Santiago de Compostela este año 2023. El hecho de compartir con tantos jóvenes y adolescentes la experiencia de la peregrinación hacia nuestro apóstol, y en el fondo hacia Dios, ha sido para mí un regalo inolvidable. El hecho de hacerlo en Semana Santa le da al camino un trasfondo espiritual que marca mucho tu vida de relación personal con Dios.
Podría enumerar muchas cosas que me llamaron la atención y que quedarán grabadas en mis recuerdos y en mi corazón. Por una parte, para empezar por algo más exterior, recomiendo mucho el camino del Origen, que fue el que hicimos. Es un camino precioso por el que te encuentras infinidad de paisajes espectaculares.
Pero no quisiera detenerme tanto en lo exterior como en las experiencias que tuve en alguno de los oficios que tuvimos de semana Santa. En concreto, el Viernes Santo, cuando quedamos a dormir en Milladoiro, después de haber recorrido la mayor parte del camino. El hecho de la celebración de la Pasión del Señor, pero sobre todo la adoración a la Cruz que tuvimos más en privado los jóvenes, después de la celebración de la Pasión, es algo que me habló mucho interior y profundamente. Cuando los adolescentes pasaban a besar la cruz y rezar delante de ella, me di cuenta de que los jóvenes y adolescente nos dan ejemplo de una fe sencilla que va más allá de las palabras, pues como solemos decir «un gesto suele ser más que mil palabras». También en ese gesto comprobé el amor que la juventud tiene por Jesucristo, y que a Dios le suelen agradar más los gestos de amor que la verborrea que a veces a los adultos o menos jóvenes nos suele dominar. Podríamos con este hecho de la adoración a la cruz, y de hecho es en lo que pienso según estoy escribiendo este testimonio, trasladarnos al perfume que derramó María la hermana de Marta sobre los pies de Jesús, sin importarle el valor del perfume, pues los jóvenes muestran y han mostrado en esta adoración a la Cruz que no les importa el qué dirán ni que se diga que la sociedad de hoy en día ya no se interesa por Dios, sino que muestran su amor al misterio de Cristo Crucificado con gestos concretos y llenos de ternura y amor.
Por otro lado, aunque sean cosas que pueden salir en otros testimonios, debo decir que se sintió durante todo el camino el sentido de familia de la Iglesia, pues eso es ella: una gran familia que peregrina hacia la casa del Padre. A través de la solidaridad expresada en mil detalles, como ayudar a uno a tenerle la mochila mientras se quita el jersey porque empezaba a arreciar el calor en pleno camino, pude comprobar la hermosura de compartir nuestro amor como hermanos que somos de un mismo Padre. En fin, después de éste camino, y para resumir, debo decir que el camino de Santiago bien vivido y en el marco de la Liturgia y comunidad de la Iglesia es una experiencia que en verdad te lleva a Dios, el cual nos lleva a entregarnos a los demás, empezando por los más cercanos.
En último lugar, me hizo mucha ilusión el rezarle mi oración, preparada de antemano, al apóstol en su tumba, pidiéndole por mis familiares, amigos, el seminario y la Iglesia en general. Estoy seguro de que el apóstol intercederá por mí, y llevará mi oración a los pies del Señor. Esto de tener amigos también en el cielo es un privilegio para nosotros los cristianos porque te facilita más la unión con Dios y con todo el pueblo cristiano, y te hace más feliz”.
Christian




































