Esta mañana mientras iba en el metro sin cobertura me he puesto a hacer “limpieza” en la galería, y he acabado viendo todas las fotos del viaje tan maravilloso que hicimos a finales del verano.


Después fuimos viendo uno a uno un montón de Santos, cada uno de su padre y de su madre. Pero tal como Javi nos dijo en una homilía todos tenían algo en común: el fracaso. El fracaso a los ojos del mundo que a veces nos hace pensar que todo se acaba y que nada tiene solución. Un fatalismo para nada cierto, porque Dios habla desde los fracasos. Lo que para el mundo puede parecer un auténtico fracaso para Dios no lo es en absoluto. Esta es una de las cosas más a recalcar que me llevo de este viaje: la confianza en Dios, y en sus planes, que Él siempre sabe lo que hace aunque al resto del mundo (incluso a nosotros mismos) nos parezca una locura.

Esto es algo que yo he ido viendo en el viaje. Me he quedado tan sorprendida de conocer a algunas personas tan serviciales,alegres y maduras que sin duda llevan a Dios en su corazón.

Este viaje ha sido uno de los más increíbles de mi vida, y sin duda es algo que quiero repetir al año que viene y que quedara grabado en mi memoria para siempre.