Queridos diocesanos:
La celebración del Corpus Christi es bendición y compromiso. Bendecimos a Dios que lo ha hecho todo para nuestro bien y nos comprometemos a acercarnos a Jesús y a su proyecto cuando celebramos la Eucaristía. El Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia nos está dando la posibilidad de redescubrir y vivir la misericordia, testimoniándola en las obras de misericordia y de caridad. Referencia imprescindible es la participación en la Eucaristía, que nos ofrece vivir el don de nosotros mismos con la gracia divina en el servicio a los demás y a la comunión. La Eucaristía “nos adentra en el acto oblativo de Jesús [ … ] La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega. No puedo tener a Cristo sólo para mí¡ únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que son suyos o lo serán. La comunión me hace salir de mí mismo para ir hacia Él, y por tanto, también hacia la unidad con todos los cristianos. Nos hacemos un cuerpo, aunados en una única existencia. Ahora, el amor a Dios y al prójimo están realmente unidos: el Dios encarnado nos atrae a todos hacia sí [ … ] Una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria en sí misma. Viceversa el mandamiento del amor es posible sólo porque no es una mera exigencia: el amor puede ser mandado porque antes es dado”[1], escribía el papa Benedicto XVI.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5,7), es el hilo del tapiz de este Año Jubilar. También nosotros tocamos el borde del manto de Jesús cuando se nos conmueven las entrañas y ofrecemos nuestra mano a los que más sufren o cuando la compasión de los demás hacia nuestra fragilidad nos acerca el sol de la misericordia divina. Por eso tengo presente a muchas religiosas y a tantas mujeres de nuestras ciudades, villas y aldeas de nuestra diócesis que en sus casas atienden y cuidan a mayores y enfermos. ¡Cómo no hacer referencia a médicos, enfermeras, enfermeros y personal sanitario en el delicado cuidado de los enfermos en los hospitales y residencias sanitarias! Compartiendo la debilidad de quienes cuidan se tallan para sí un corazón más fuerte que el de “los sanos”. ¿Quién dejará de alabar y reconocer la misericordia del Padre viendo la de sus hijos? Por lo demás, ¿quién podrá negar que muchas veces hay tanto amor en quien se deja querer y cuidar como en quien ofrece atención? Pues esto tiene la ternura: humaniza a quien la ofrece y también al que la recibe.
Día de la Caridad
“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permarteced en mi amor … Este es mi mandamiento que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 15,9.12). En Cristo encontramos la fuerza para cambiar nuestra vida y la sociedad. La Eucaristía, “fuente y cima de la vida cristiana”, comunica y alimenta el amor a Dios y a los hombres, capaz de llenar de contenidos evangélicos los comportamientos y la cultura que nos rodea. El milagro se realizará si sabemos compartir y ser solidarios, ofreciendo los panes y peces que llevamos cada uno de nosotros. Nos puede parecer que es poco lo que podemos ofrecer ante tantas necesidades espirituales y materiales, pero ese poco puesto a disposición de los demás hace que el milagro se realice (cf. Jn 6,1-13). Con frecuencia nos referimos a la solidaridad, concepto muy valorado, pero tal vez no la ponemos suficientemente en práctica, superando los individualismos, la avidez, la especulación desenfrenada, colocando en el centro a las personas y buscando el bien de todos. Jesús nos dijo que no sólo de pan vive el hombre. Pero éste se está empeñando en vivir de solo pan y las consecuencias son el propio egoísmo y el pasar de lejos ante los demás a quienes se considera enemigos y competidores en un bien común que ve como exclusivamente suyo. El amor es un lenguaje que nos habla de Dios; el testimonio cristiano suscita interrogantes; el compromiso caritativo promueve el desarrollo integral; y el acompañamiento a las personas ofrece posibilidad de diálogo. La misericordia es lenguaje universal, la caridad es lenguaje cristiano.
Agradeciéndoos vuestra colaboración generosa para ayudar a los más necesitados, os saluda con todo afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio
Arzobispo de Santiago de Compostela.
1 BENEDIO”O XVI, Deus caritas est, 13-14.