El primer día todo el mundo nos estamos conociendo aunque si eres un poco tímido como lo era yo al principio no pasa nada porque te acogen bastante bien.
En Tui, con los rezos de la mañana me sentí con muchas fuerzas así pues empezamos a andar y a su vez una aventura espiritual.

Al final tuve la suerte de que pude ser monaguillo en la catedral de Santiago, en ese momento supe que ello fue un regalo de Dios.