El Papa Francisco ya ha hecho público su mensaje para la Cuaresma en el que invita a liberarnos como lo hizo el pueblo de Israel en el Éxodo: “Cuando nuestro Dios se revela, comunica la libertad“. Debemos recordar que “si bien con el bautismo ya ha comenzado nuestra liberación, queda en nosotros una inexplicable añoranza por la esclavitud. Es como una atracción hacia la seguridad de lo ya visto, en detrimento de la libertad“.
En esta cuaresma podemos reflexionar cuáles son esas “ataduras opresoras” que debemos abandonar. “Nos damos cuenta de ello cuando nos falta esperanza“.
Nuestro Santo Padre nos exhorta a vivir plenamente estos cuarenta días, pues “La Cuaresma es el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser ―como anuncia el profeta Oseas― el lugar del primer amor (cf. Os 2,16-17). Dios educa a su pueblo para que abandone sus esclavitudes y experimente el paso de la muerte a la vida“. Y debemos tener recelo, pues “el desierto es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en una decisión personal de no volver a caer en la esclavitud”.